PILAR RAHOLA EN ARGENTINA

ESCRIBE SOBRE NUESTRO FLAMANTE GOBIERNO ELEGIDO POR EL 60% DE VOTOS DE LOS ARGENTINOS

La Casa Rosada respira, por dentro, una serenidad elegante que contrasta con el color chillón del exterior. Me muestran el salón blanco, donde se inviste al presidente de la República, el pasillo de los vitrales, los espléndidos patios interiores, el tapiz gigante que Francia regaló a Argentina en el centenario de la independencia. A la espera de ser recibida por el presidente Macri, salimos al famoso balcón que da a la plaza.

La retina me reproduce las míticas fotos de Evita y, como es costumbre, todo parece más pequeño de lo que había construido la imaginación, menos grandioso…, la realidad y el mito… Pienso en Cristina Kirchner, que no hace mucho era la reina del espacio y desde este mismo balcón arengaba a las masas, convencida de reencarnarse a la gran diosa del peronismo.

Pero el mito no se ha construido y con la velocidad acelerada que toma la caída, cuando detrás del poder no hay nada más que ambición y prepotencia, hoy la todopoderosa K ha pasado, en un solo año, de ser la Evita 2.0 a ser un lastre pesado y grotesco que arrastra a los propios. Los más listos del peronismo ya la han enviado al museo, al tiempo que la justicia podría enviarla a la prisión. El poder fatuo y su fragilidad…

Finalmente tengo el honor de ser recibida por el presidente Macri, y la conversación se convierte en un retrato preciso de la Argentina que ha recibido, mucho peor del que se esperaban los más pesimistas, un legado de corrupción, clientelismo, matonismo y destrucción económica que exigirá estrategias milagrosas, grandes equipos y mucho tiempo para poder resolverse. Veo al presidente preocupado y al mismo tiempo motivado, convencido de que, si sale adelante, dejará una Argentina renovada y fortalecida, pero también consciente del esfuerzo colectivo que habrá que emprender. Oso decirle, con convicción, que Argentina habría podido caminar por los senderos tortuosos de Turquía –donde Erdogan está perpetrando un golpe de Estado blanco contra la democracia– pero no pasó porque, aunque el desmantelamiento del Estado de derecho era persistente y eficaz, la República aguantó las embestidas.

Argentina volverá a tener un papel muy relevante en el continente y, si quiere, en el mundo. Se lo digo. Sonríe con moderación.

De retorno al hotel, pienso en este gran país que está saliendo de un agujero muy oscuro y que, sin embargo, mantiene intacta su grandeza.

Sólo hace falta que se lo crea. En este momento tan desconcertante del mundo, sin un relato colectivo que nos muestre un horizonte plausible, y tan carentes de liderazgos internacionales como rebosantes de populistas desmesurados, la necesidad de tener estadistas que marquen pautas colectivas se ha convertido en urgencia. No sé si Macri conseguirá liderar el relato de Sudamérica, ahora que el eje bolivariano está en descomposición, o si tendrá vocación de liderar relatos internacionales, pero sea él o cualquier otro, en los tiempos del populismo y la demagogia histriónica la falta de estadistas es una catástrofe.