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TUVO LEYENDA, NO HISTORIA
fue verdadero y no cierto,
¡no pudo morir, no pudo
ser humo al toque del viento!
Donde el amor ha vivido
¿podrá no sentirse el vuelo
de su palabra en el aire,
de su llanto en el silencio?
Sin saberlo te amarán
porque hay allí un ángel ciego
repartiendo lo que aún queda
de nuestro amor en el viento.
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La obra poética de Luis Rosales no ha gozado hasta ahora de los niveles de difución que le correspondía por su indudable calidad literaria “uno de los mejores poetas españoles del siglo XX”, en palabras de Luis García Montero. Y es que quizás llevara razón Vicente Gallego cuando, en su reseña a la edición de la “Poesía Completa” de Luis Rosales que le ha perjudicado su propia grandeza, es decir, su sentido de la libertad a la hora de realizar su obra y esa inaudita capacidad suya para mostrarnos al poeta clásico junto al poeta casi de vanguardia que a muchos acaba confundiendo.
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Tu soledad, Abril, todo lo llena.
Colma de luz la espuma y la corriente.
Aurora niña con su sol reciente.
Toro en golpe de mar como mi pena.
La soledad del corazón resuena
desierto ya como un reloj viviente,
como un reloj que late porque siente
la marcha de tu pie sobre la arena.
Y así vas caminando sangre adentro,
sangre hacia arriba, hacia el primer encuentro,
sangre hacia ayer en la memoria mía;
¡ay, corazón, donde me pisas tanto!,
¡qué soledad sin ti, cierva de llanto!
qué soledad de luz buscando el día.
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