No. No te fuistes. Solo quedastes dormida. Te veo en todas partes, en la cima de aquella montaña,en las flores, en la arena, en el mar y si miro las estrellas en ellas veo tu faz. Sigues siendo presencia permanente, encanto del amanecer, suspiro de mi alma, cariño incomparable, suave brisa, camino de mi andar, claridad de la mañana, fragancia de flores, caricia de mis pensamientos, poesía de mis sentimientos, canción de poeta. No. No te fuistes. Solo quedastes dormida y yo sigo velando tu sueño.

Es un amor que sigue en mi,no esta para cogerlo de la mano,pero sigue dentro de mi como rio por mis venas,sin poder olvidarlo.Jamas ningun otro amor,logro hacerme sentir lo que el me hizo sentir.Por eso estos versos son para el,que seguramente no los leera nunca,pero se alguna vez le llegaran cuando se haga ETERNIDAD.

¡Que no se escape el silencio!
que en mi jardin se ha istalado,
y me trae el Otoño entre sus labios,
yo quiero dejarlo correr
por mis parpados
hasta llegar a mi piel,
convertida en rio.

No se borran tus pasos amor
aunque las horas sean hojas
que como humo se van secando,
cayendo sobre la vida
que sin mirar atras sigue navegando.

Aunque me lleve el agua
en su recorrido
por el mar de los recuerdos,
te sentire en mi nostalgico vientre
renaciendo.

Como el renacer
del mundo
que va inclinando
su cabeza
para retirar de tu boca
la tristeza.

Se sienten vuelos de ayeres
volando entre los sin sabores,
ayudame a endulzar al Otoño
que se queda dormido
en el pliegue de los sueños
donde el amor es un grito
vestido de nostalgia.

Ana@ocaña

hay algunos días que el amor perdido te duele más que otros. Hay fechas para recordar tiempos felices , aunque se me dibuje una sonrisa al recordar, tampoco puedo evitar deramar una lágrima. Por lo que fue. Y espero que, algún día, vuelva a ser.

¡enhorabuena!

Justo (105 años) y Lucía (102) acaban de celebrar 81 años de matromonio… Todo un récord…

http://xurl.es/1pau5

El otro día, viendo Esplendor en la Hierba, así lo pensé. La muerte, la separación, el fin del amor… hay que ser fuerte para sobrellevarlo y dejar que el tiempo cure la herida, una cicatriz que siempre estará con nosotros.

La muerte del ser amado, es un momento de dolor donde sólo la fe puede iluminar de esperanza ese momento de tristeza. La muerte duele porque es un parto al cielo. Cuando se produce, se lleva parte de nuestra vida y no es fácil reponerse. Pero debemos hacer un gran esfuerzo y tratar de salir adelante, porque la vida continúa y ese ser que nos quiso tanto, desde donde esté, quiere vernos bien.