Ahora que comienza la estación otoñal, me acuerdo de paseos y conversaciones con mis padres por alguna ribera del río viendo los colores de los árboles.

es que tienes razón mateo, estos días son muy emocionates para todos, especialmente para los que tienen niños cerca.

Y la vuelta al cole me ponía nervioso un para de días antes, tal y como veo ahora a muchos chavales comprando material escolar…

qué buenos recuerdos, manuela. A mi, en estas fechas, siempre me vienen a la memoria las vacaciones de la infancia. Trepar árboles con los primos, entrar por la puerta de atrás de la cocina para robar dulces antes de la comida, escondernos en los prados… qué veranos tan largos y tan felices.

Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino. Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, mas otras apenas vemos entre un paso y otro. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino. Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.

ahora que han pasado, espectaculares han sido también los encierros de este año.

El otro día, comiendo en casa de unos amigos, al poner los postres, veo queso cortado en picos; pruebo un trozo y me quedé estupefacta; era el mismo sabor de aquel queso de bola “Trébol” que tanto me gustaba de pequeña. Lo comento en alto y me dicen que lo compraron en un bar-restaurante de carretera, cuando venían de regreso de sus vacaciones. Pregunto la marca y resulta que habían tirado a la basura el celofán rojo que lo recubría, en dónde ponía el nombre, porque era incómodo andar envolviendo y desenvolviendo. ¡Porfa! Si alguien sabe de ese queso, que me lo diga. Quisiera poder comerlo más veces. lo compraron en la carretera que va de Valencia a Bilbao.