RETAZOS DE LIBROS

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GUION
LA COLINA DE LA MUERTE
(Todos los derechos reservados)
Autor: OSCAR LUENGO

PRIMERA PARTE
EL EXILIO Y LA DEPORTACION
PREÁMBULO

Este guión está basado en el libro del mismo autor, en el cual narra las memorias y vivencias de unos exiliados españoles durante el período de 1937 a 1945. El lector podrá apreciar cómo las circunstancias de la época que les tocó vivir a los exiliados entre los que se encontraban FERMÍN ARCE y su familia, les obligaron a sufrir un penoso e inolvidable calvario, y este relato tiene por principal finalidad divulgar su conocimiento para que situaciones similares no se repitan jamás. Sin pretender que por sí solo esa ambición se logre, al menos en la esperanza del autor queda la satisfacción de contribuir a ello.

La historia comienza ya iniciada la Guerra Civil española, cuando eran reclutados voluntarios, jóvenes que no habían hecho el servicio militar y otros de la reserva. Entre estos últimos se encontraba Fermín Arce, de 37 años, residente en el País Vasco. Era una persona de una cultura superior a la media de aquella época y de un sentido ético muy profundo; sin creencias religiosas, pero con un amor al prójimo excepcional, que era captado inmediatamente por quienes le conocían.

ESCENA 1ª

La escena comienza en un barrio de Las Arenas (Romo), en el ático de una casita de la calle Caja de Ahorros donde viven Fermín Arce con su esposa Teresa Fernández y sus hijos José, Edmundo y Armando. Fermín tiene 37 años, Teresa treinta y cuatro y los hijos catorce, doce y diez respectivamente.
Están todos en la cocina y Fermín y Teresa ocupados en recoger algunos enseres colocándolos en una bolsa de viaje.

FERMIN

Bueno, Tere, ya ha llegado el momento. Como hemos dicho tantas veces yo no puedo quedarme aquí, con los brazos cruzados esperando que acabe esta guerra. Siempre he defendido la República y es hora de hacerlo más activamente.

TERESA

Fermín: Entonces ¿estás decidido? ¿ya te vas? ¿no cambias de opinión?

FERMIN

¡No!: voy a presentarme voluntario hoy mismo. Si se perdiera la guerra a mí me perseguirían igualmente. Ten en cuenta que yo voy por convicción. Los jóvenes soldados que la están defendiendo, lo hacen en su mayoría sólo por obligación.

TERESA

Bueno. Aquí te he preparado lo que creo más necesario

JOSE

Papá ¿tardarás en volver?

EDMUNDO

¿Irás lejos?

ARMANDO

¿Por qué te vas?

FERMIN

Mirad, hijos, no tengo respuestas para vuestras preguntas. Pero tenéis que saber que papá debe ir a una guerra que no debía haberse producido. Vosotros quedaos tranquilos, que pronto se acabará y volveré a casa. Sed buenos y no hagáis enfadar a vuestra madre.

JOSE

Eso sí que es difícil, porque no se enfada nunca…

Fermín y Teresa abrazándose

FERMIN

¡Bueno! Ahora no llores, que no me va a pasar nada. Pronto volveré.

TERESA

Despidiéndose
¿Nos volveremos a ver?
FERMIN

¡Pues claro! Tú cuídate y cuida de los peques…. ¡Adiós!

ESCENA 2ª

La acción comienza en el País Vasco, en un improvisado campamento en el que están reclutando milicianos.
Al corresponderle su turno, Fermín se acerca al oficial que está sentado junto con un ayudante en unas improvisadas mesas de campaña.

Dirigiéndose a Fermín le dice el oficial:

OFICIAL

O sea, que te llamas Fermín Arce Rioja, tienes 37 años y estás casado.

FERMIN

Sí, bueno… tengo mujer y tres hijos. El mayor de quince años.

OFICIAL

¿Y qué sabes hacer… además?

FERMIN

Soy ebanista

OFICIAL

Aquí eso no es muy útil, ¿sabes leer y escribir?

FERMIN

¡Ah! Eso sí. Yo suelo escribir panfletos de la CNT

OFICIAL

¡Hombre! Por fin alguien con cultura. Anarquista ¿no? Pues bien, desde ahora quedas nombrado reportero. Tú no necesitas fusil. Ten este vale para que te entreguen una pistola. Utilizarás sobretodo lápiz y papel.¡Ten!. La Historia se hace con las armas, pero se escribe con el lápiz.
Dirígete a aquel almacén.

FERMIN

¡Gracias, señor! Además a mí eso de matar no me agrada
en absoluto

OFICIAL

Ni a mí. Pero si hay que hacerlo, se hace.

FERMIN

Yo haré siempre todo lo posible por España y nuestra
República

OFICIAL

¡Vale! Yo no te voy a dictar todo lo que deberás hacer de ahora en adelante. Sólo te diré que nos acompañarás y tomarás notas de lo que observes. Aquí tienes un carnet de periodista, te será de utilidad; guárdalo bien.
No dejes de auxiliar a tus camaradas si lo necesitan.
Cada semana más o menos entregarás tus folios al Comisario Político o al oficial donde te encuentres.
También escribirás y transmitirás sus mensajes.
Si caes prisionero, destruye antes lo que poseas.

FERMIN

Pero ¿cómo?, ¿quemándolo?

OFICIAL

O comiéndotelo. Esas preguntas ni se hacen. ¡Puede retirarse!

FERMIN

¡A la orden, señor!

OFICIAL

…. A ver…. el siguiente……

Mientras Fermín se dirige hacia el almacén, otro de los que estaban en el grupo que le acompañó se acerca al oficial.

ESCENA 2ªA

La mañana de este 5 de Mayo de 1937 ha amanecido espléndida y apacible. Fermín y Carlos, un joven miliciano de unos veinte años, van caminando presurosos por el borde de una carretera del País Vasco, en las proximidades de un pueblo. Más lejos, a su izquierda, se ven los muros de un cementerio.

CARLOS

Así que tienes que tomar notas de lo que ves aunque parezca no tener importancia ¡Qué raro! ¿no?

FERMIN

Pues sí, Carlos, pero eso no es todo. También tengo que ayudar a los oficiales redactando y escribiendo sus mensajes y partes. Y a menudo, hacer de mensajero. Es mejor que estar en el frente. Te aseguro, Carlos, que en primera línea y en las trincheras se pasa muy mal. Piensas que en cualquier momento se van a acabar tus días. De todos modos nunca se sabe dónde estás más seguro.

CARLOS

Oye, Fermín ¿y tú crees que será posible que esos militares insurrectos lleguen a ganar la guerra?

FERMIN

Yo no lo veo nada fácil. Pero pienso que hay regiones que no presentarán resistencia. Aquí, en el País Vasco no nos derrotarán.. Nuestro Cinturón de Hierro parece que será una protección inexpugnable.

CARLOS

No ¡claro! Somos muchos a hacerles frente y además el territorio tan montañoso es una de nuestras mejores protecciones. Además Asturias, Cataluña, Valencia, Aragón y Madrid son regiones que también sabrán defenderse.

FERMIN

¡Hombre! Si los árabes no lograron conquistarnos, no lo van a hacer ahora unos militares fanáticos.

CARLOS

Y ¿qué me dices de esos comentarios que se oyen sobre el apoyo que reciben de los alemanes e italianos? Y dicen además que tienen aviación y barcos de guerra.

FERMIN

Pues que son ciertos; pero ni aun así, ya verás. Como dicen algunos, nosotros los republicanos somos tantos que hasta sólo con piedras les venceríamos.

ESCENA 2B

Se oyen repicar las campanas del pueblo. (Vista del pueblo, y de la torre con sus campanas volteando)

CARLOS

¿Oyes, Fermín? están repicando las campanas ¿Qué pasará?

FERMIN

Que anuncian peligro de bombardeo. Pongámonos a cubierto por si acaso, ahí, en esa acequia.

ESCENA 2ªC

Más adelante, una mujer y un niño van recogiendo hierbas del lindero de la carretera.
Cuando más interesados y atentos se encuentran en la busca de esas hierbas, oyen las campanas de la torre de la Iglesia del pueblo que comenzaron a voltear, anunciando la aproximación de los aviones. Dirigen sus miradas hacia la iglesia y a continuación hacia el horizonte.

ESCENA 2ªD

Mientras tanto Carlos y Fermín se han protegido en la acequia ocultándose en ella, pero asomando las cabezas para ver qué pasa.

CARLOS

Tienes razón. Eran aviones. Mira, allí vienen. Son cuatro.

FERMIN

Voy a tomar notas. ¡Fíjate, Carlos! son Junkers.

CARLOS

¿Los conoces?

FERMIN

Sí, no es la primera vez que los veo. Son alemanes. Pero normalmente los utilizan para bombardeo, y aquí no hay nada que les pueda interesar como objetivo militar. Irán de paso hacia las fábricas.

CARLOS

¡Que no, dices! Pues mira lo que están haciendo. ¡Vaya humaredas que se levantan!

FERMIN

¿Te das cuenta por qué es importante que tome notas de esto? Bombardean un pueblo. ¡Qué vil absurdo! ¡Si en él no quedan más que ancianos, mujeres y niños!. Esto no lo había visto yo antes.

Se oye un enorme estruendo que hace temblar la tierra, apareciendo una humareda negra en forma de espiral que se eleva hasta el cielo. Unas casas próximas aparecen envueltas en llamas. Madre e hijo quedan mudos de estupefacción.

CARLOS

Oye Fermín, fíjate en ese avión que viene hacia aquí…

Se esconden más aún

CARLOS

¿Viste aquella mujer y un niño que nos precedían? Por Dios que salgamos todos bien de esto.

ESCENA 2ªE

La madre y el niño, asustados, se mueven nerviosos buscando dónde protegerse. Aterrorizada, aquella madre grita a su hijo:

MADRE

¡Corre, hijo mío, corre a esconderte donde puedas, que ese avión viene con intención de matarnos!

NIÑO

Ya corro, madre, pero ven tú también, aunque no veo otro lugar más que el Camposanto para escondernos.

MADRE

Pues corre hacia él y escóndete, que ya llegaré yo también.

ESCENA 2ªF

Avión acercándose hacia ellos.

ESCENA 2ªG

Apenas había pronunciado estas palabras cuando una ráfaga de ametralladora disparada desde el avión la hace caer a tierra, no sin antes abrir la boca como para decir algo. Pero lo único que sale de ella es una bocanada de sangre.

Su hijo, al oír el tableteo de la ametralladora, instintivamente vuelve la cabeza al mismo tiempo que su madre cae muerta a tierra, y se para de correr en dirección al Camposanto; rápidamente se vuelve para socorrer a la que le dio el ser.

Cuando llega a ella ve que está envuelta en su propia sangre y sin vida. Las facciones de su rostro se contraen terriblemente, pero de su boca no sale un solo lamento ni un quejido de dolor.

Se yergue al oír que aquel maldito avión viene en dirección de donde él está. Levanta su brazo con el puño de su mano cerrado, amenazador, mientras que con el índice de la otra mano señala el cuerpo inerte de su madre.

Y cuando llega de nuevo el avión a situarse casi a su nivel, vuelve a oírse el tableteo de sus ametralladoras sembradoras de la muerte. Sus balas penetran en aquel frágil cuerpo y le hacen tambalearse primero y caer sin vida después, cercano al cuerpo de su madre, asesinada como lo ha sido él.

ESCENA 2ªH

En la cuneta, Carlos y Fermín comentan:

CARLOS

¿Oyes? Nos está ametrallando

FERMIN

Yo creo que no es a nosotros, además no nos han podido ver. Llevamos un rato en este escondite y al no habernos movido es muy difícil que nos hayan visto.

CARLOS

A nosotros no, pero a la mujer y al niño?…

FERMIN

¡Y siguen disparando!…¡no lo entiendo!

Momentos después, aun con el susto en el cuerpo y echando una ojeada hacia los alrededores, se deciden a salir.

FERMIN

¡Uff! Ya se ha ido. Pero ¿Por qué disparaba si estábamos solos y ocultos?

CARLOS

¡Que no, que no estábamos solos!…. piensa en la señora y el niño… y no los veo… se habrán escondido… quizás en el cementerio ese. Vamos, corre… ¡ojalá estén bien!.

ESCENA 3ª

Entretanto y dentro de aquel avión en el que van un piloto alemán y un copiloto franquista, se desarrolla una discusión a veces agria y a veces violenta entre los dos a causa de aquellas dos muertes.

COPILOTO

Pero ¿por qué?, ¿por qué has hecho eso? ¿Qué mal te hacían esa mujer y ese mozalbete que iba con ella, si no iban armados ni nos hacían ningún mal?

PILOTO

¿Por qué? Porque estos y otros actos corresponden a una razón táctica bien determinada por nuestro Führer en caso de guerra. Pero ya que la suerte o la desgracia nos ha hecho compañeros de esta campaña de guerra quiero hacerte una pregunta antes de contestar a las tuyas:

COPILOTO

Díme, díme

PILOTO

¿Por qué tu conducta de hoy, lamentándote de la muerte de esa mujer y de aquel mozuelo que supongo sería su hijo, no es igual a la que observabas el 26 de Abril cuando bombardeamos Guernica, destruyendo más de la mitad de esa ciudad y matando muchas personas que gozosamente tú me ibas comentando, ensañándote con las que intentaban salvarse, hasta terminar con sus vidas?

COPILOTO

Porque Guernica simboliza a un pueblo, una idea y una raza que hace muchos siglos vivía libre con sus costumbres colectivas y modalidades de solidaridad entre ellos, en las montañas de los Bajos Pirineos, de las que más tarde descendieron distribuyéndose entre Guipúzcoa, Vizcaya, Alava y Navarra, creando así las provincias llamadas Vascongadas, con su idioma y libertades.

PILOTO

¿Y qué?

COPILOTO

Te explico: Que en 1876 y por haberse solidarizado con los Carlistas, el gobierno del rey Don Alfonso XII, como castigo, les suprimió casi todos los fueros e independencia administrativa que hasta entonces gozaron los Vascos.

PILOTO

¿Entonces?

COPILOTO

Nuestro odio contra ellos es porque piden la separación de Euzkadi del conjunto español, y es precisamente en La Sala de Juntas, establecida en Guernica, junto al Arbol que simboliza sus creencias, donde se toman todos los acuerdos de la táctica a emplear por el Partido Nacionalista Vasco, creado en el siglo XIX por Sabino de Arana y Goiri, y que durante el comienzo de esta guerra, el Gobierno les concedió la Autonomía del Estatuto para el País Vasco, que solamente Navarra no quiso aceptarlo.

PILOTO

Me parece que empiezo a entenderlo

COPILOTO

Nosotros como españoles no podemos aceptar nunca ese peligro de desmembramiento Nacional, que sería el principio del fin de nuestra España. Por eso demostraba yo mi alegría de poder destruir Guernica y sus habitantes. ¿Está claro? ¿Lo comprendes ahora?
PILOTO

Francamente no: Es decir, comprendo que queráis destruir Guernica y apoderaros del poder político y ejecutivo de toda España, pero lo que no comprendo es que demuestres una gran alegría viendo morir a cientos de personas y te entristezcas, hasta el grado de insultarme, por haber matado a una mujer y un mozalbete.
¡Y aunque no me lo has dicho claramente, para tus adentros me consideras un asesino por haber matado madre e hijo, cuando olvidas intencionadamente que tú y yo y muchos cientos de seres más somos todos unos asesinos!

COPILOTO

Tómalo como quieras porque el hecho ya no tiene remedio. Pero si alguna vez comentas lo sucedido, quiero que tengas presente que enemigos o no de los que has matado, yo también tengo una esposa y un hijo de más o menos la edad que ellos tenían. Si un día llegara a sucederles la misma desgracia, creo que me volvería loco de dolor, porque los dos forman parte de mi propia vida.

PILOTO

Y los de Guernica, ¿no tenían padres, madres, hijos o hermanos? ¡Oh, los españoles; siempre románticos como el Quijote! Sin embargo y como al principio te lo prometí, quiero decirte algo fundamental que nos distingue en una guerra de vosotros los españoles. Vosotros matáis por odio o rencor, en tanto que nosotros lo hacemos a causa de una técnica bien concebida y determinada por nuestro Führer: la de ganar la guerra a base de puntualidad y disciplina.

COPILOTO

¿Qué tratas de decirme?
PILOTO

Que es necesario cambiar las tácticas empleadas en las guerras hasta ahora

COPILOTO

¿De qué manera?

PILOTO

Que para ello debemos herir al enemigo en aquello que más estima tenga, destruyéndole sus Museos, sus pueblos, sus centros de producción industrial, sus depósitos de cereales, sus familias; no dejando un momento de reposo a los soldados atrincherados, bombardeándoles o cañoneándoles día y noche sin interrupción alguna, impidiendo que el suministro de comida caliente pueda llegar hasta ellos, para que sus estómagos se vean afectados por malestares o diarreas. Esto es la táctica totalitaria de nuestro Führer, o si lo prefieres, una guerra total, porque todo cuanto te he enumerado merma la moral del enemigo y nos permite acometerle cuando y como nos lo ordene el Estado Mayor. ¡Ya; ya tendrás ocasión de apreciarlo por ti mismo muy pronto, si no nos mata algún obús antiaéreo y si terminamos esta guerra entre españoles antes del verano de 1939!.

COPILOTO

Y todo eso que acabas de explicarme, ¿está dispuesto…..?

PILOTO

¡Por nuestro Führer!,

(contesta enorgullecido).

ESCENA 4ª

Mientras tanto en tierra, Fermín y Carlos llegan jadeantes donde yacen inmóviles los cuerpos de la madre y el niño.

CARLOS

¡Oh, Dios mío, los han herido!

FERMIN

¡Qué horror! Están muertos. Los han asesinado.

(Gritando hacia el cielo)

¡Cobardes! ¡Criminales….., asesinos!

Dirigiéndose a Carlos:

Venga, ven, vamos al pueblo a buscar ayuda, seguramente serán conocidos o encontraremos familiares o amigos que se encarguen de su entierro.

Carlos se arrodilla junto a ellos y acaricia a ambos como para que se sientan acompañados. Las lágrimas corren por sus mejillas y se encuentra incapaz de incorporarse. Fermín le toma del brazo y le anima a seguirle.

FERMIN

¡Hala, vamos!

CARLOS

¡No Fermín!, déjame que les haga compañía. Ve tú solo.

FERMIN

Tienes razón. Quédate; enseguida vuelvo. No tardaré.

(Se dirige presuroso hacia el pueblo, volviendo la vista dos veces hacia ellos, como inseguro). La imagen se difumina, con el fondo del pueblo en llamas.

ESCENA 5ª

Entre columnas de soldados milicianos, de aspecto cansado, se ve a Fermín, con un fondo de itinerarios de España, yendo hacia Santander y Asturias, asediados por las bombas, los obuses y disparos. Como fondo la emisora de Radio Sevilla, desde la que el General Queipo de Llano dirige sus discursos:

APARATO DE RADIO

“Rojillos”, y ¿ahora, qué? ¿Por dónde pensáis salvaros? ¿por la mar? ¡Cuidado, que está el agua muy fría y podríais resfriaros, sobre todo en la época otoñal en la que estamos! ¿Y cuántos os arrojaréis a ella? Seguramente que muy pocos por no decir ninguno. Y los que os atreváis a hacerlo no olvidéis que fuera del puerto del Musel hay embarcaciones que os harán el honor de recogeros para saldar las cuentas pendientes que tenéis con nosotros. Bien sabéis que cuando todavía os quedaba terreno para correr os avisaba con tiempo suficiente, diciéndoos que os atarais bien las alpargatas para que pudierais correr más a gusto. Pero ahora ni eso puedo hacer por vosotros. Estáis metidos en una ratonera de la que será muy difícil que podáis salir. Y lo peor es que al perder vuestra Asturias (La Roja) perdéis vuestra ridícula leyenda de “luchadores indomables”.

(Al terminar, como fondo la canción del Cara al Sol)

ESCENA 6ª

Nueva visión de tropas dirigiéndose hacia Madrid, y en el Jarama en unas trincheras se ve a Fermín y otros soldados muy jóvenes, destacando la figura de un Comisario Político, alto, enfundado en un largo abrigo, moviéndose con ligereza. Se trata de Mauro Bajatierra, que presencia cómo un joven soldado cae herido por un disparo. Se acerca a socorrerle.

SOLDADO HERIDO

Señor, por favor, ayúdeme a rezar mi última oración para morir, que solo no lo sé.

El Comisario queda confuso y enternecido ante aquella súplica.

MAURO

¿Qué oración quieres que te ayude a rezar, hijo mío?

SOLDADO

El Padrenuestro, señor. Pero hágalo enseguida que me siento morir.

MAURO

Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre………

El joven había seguido y pronunciado las primeras palabras. Luego, y como si aquellas solas le bastaban para estar satisfecho con su conciencia, expira en silencio. El Comisario que le había acogido entre su brazo y su pecho para que la sangre no lo ahogara, dándose cuenta del fin de aquella vida, lo deposita con todo miramiento en el suelo al tiempo que se desliza una lágrima por sus mejillas.
Un capitán se acerca a ellos

CAPITAN

¿Qué es eso, Bajatierra, lloras?

MAURO

Con toda sencillez le contesta

Eso me pregunto yo,¡No se puede ser sensible en una guerra donde mueren tantos hombres cada día!

FERMIN

Dirigiéndose a otro soldado

¿Hasta qué punto estaría convencido ese chaval que su sacrificio merecería la pena? A sus años ¿qué sabría de política?

SOLDADO

¡Qué razón tienes! Es para ponerlo en duda, porque al menos nosotros luchamos con un convencimiento fruto de nuestra experiencia… pero estos chavales…. ¿qué saben de la vida?

ESCENA 7ª

Otras escenas de tropas desplazándose hacia Zaragoza y de allí a Barcelona. Por el camino Fermín está comentando las noticias con otros soldados, leyendo en voz alta.

FERMIN

…. al parecer nuestro Jefe de Estado dirigiéndose a otros gobiernos extranjeros les ha dicho entre otras cosas y quejándose de su postura de no intervención en nuestra guerra, que…… “si sacrificando a España a las exigencias del fascismo internacional, único país hasta ahora que ha servido de muro de contención a su avance en Europa creéis que vais a evitar que él se lance al asalto y conquista de ella, os equivocáis de medio a medio.
El fascismo para que sea admitido con entusiasmo por las masas, necesita de conquistas y éxitos territoriales. Sin ellos, no tiene razón de ser, ni vida. Porque, ¿qué queda detrás de España para oponerse a ese avance? ¡Nada, o casi nada como fuerza verdadera! Y por vuestra ceguera para haberlo evitado, sufrirán muchos pueblos la destrucción y persecuciones a las que el fascismo está acostumbrado a aplicar cuando entra en ellos de triunfador”.

ESCENA 8ª

Después de unas escenas de la guerra se presentan unas imágenes donde aparecen muchas personas en clara huída hacia la frontera francesa. Un grupo entona con cierta rabia una canción:

Si tus armas son mejores
Son el precio de tu venta,
Para matar a españoles
Que a tus amos les molestan…..

Van desaliñados y cargados con ropas, bolsas, enseres diversos… Entre un grupo vemos a Fermín con su esposa y dos de sus hijos. Se les ve entre preocupados, cansados, contentos.

TERESA

¡Qué bien que al fin hemos podido reunirnos y que estés sano y salvo después de todo lo que has recorrido, de batalla en batalla… No sabes lo preocupada que estaba. ¡Cuánto nos acordábamos de ti!… Y ¿tú? ¿ya te acordabas de nosotros?

FERMIN

¡Cómo no iba a acordarme, Tere! Sabiendo además que os encontrabais en una de las provincias más castigada por la aviación y por el continuo cañoneo de los barcos de guerra que os asediaban desde las proximidades. Y dime, es cierto que nuestro hijo Edmundo está bien. ¿Por qué no ha venido con vosotros? ¡No me ocultarás algo!

TERESA

¡Cómo voy a engañarte! No podría. Ya te he dicho que ha quedado con mi hermana Eulogia y con Luis en su casa de Portugalete. ¿Te crees que iba a estar yo aquí contigo tan feliz si le hubiera ocurrido algo? Así que ya sabes que está en buenas manos y que será atendido como un hijo. Además cuentan con el apoyo del resto de la familia. Y Luis, ya sabes, sigue trabajando en la botica y es una persona muy conocida y considerada en el pueblo. Como estuvo de enfermero en el frente, no ha sido perseguido.. Además mantiene buenas relaciones con toda la gente y aunque sea ateo y de izquierdas, todos le respetan. Hasta el Párroco gusta de discutir con él de religión.

FERMIN

Y de mis hermanos y hermanas de Sestao ¿tienes noticias?

TERESA

No; de ellos no supe nada,

(Cambiando de tema)

¿Sabes? Mi hermana Eulogia ha tenido otro niño. Nació el cinco de enero pasado. Intentaron ir en barco hacia Francia pero un barco de guerra les obligó a desembarcar.

FERMIN

No le habrán puesto Juan Carlos, como al nieto de Alfonso XIII, que también nació ese día.

TERESA

Claro que no. Se llama Oscar. ¿Es que no conoces bien a mi cuñado?

FERMIN

Tere, lo decía de broma.
A ver si nosotros llegamos bien a la frontera, porque ya ves que la cosa se pone fea.

TERESA

Lo que no entiendo es que siendo ateos como son se casaran por la iglesia y que piensen que nosotros debíamos haber hecho lo mismo. Como es obligatorio….

FERMIN

Pues yo en eso no pienso cambiar. Si no creo ¡no creo! Entonces ¿por qué me tengo que ver obligado a participar en esas pantomimas? Fíjate, los curas se sienten aún más orgullosos cuando ven que un comunista se arrodilla en la iglesia o al paso de sus procesiones y no digamos cuando además las esposas van a confesarse regularmente. Es un triunfo: les humillan y además se enteran de todo. Mira, quienes realmente han ganado la guerra, pues ya creo que la hemos perdido, han sido los curas y no Franco y sus militares.

TERESA

Es cierto. Esos sí que tienen controlado al pueblo. Su falsa humildad y todos sus preceptos y normas se cumplen mejor y pesan más que los impuestos por las leyes civiles.

ESCENA 8ªB

Mientras tanto siguen la comitiva con sus hijos José y Armando, que algunas veces se distancian jugando o buscando frutos secos de los árboles de los linderos. Hace frío y a veces la lluvia les obliga a cobijarse como pueden. Los lamentos se oyen más que las conversaciones. De tiempo en tiempo aparece algún avión ametrallando a la multitud y a veces hasta lanzándoles a mano, como proyectiles, objetos diversos.

FERMIN

¡Y nosotros que creíamos que Barcelona resistiría y no la podrían vencer!

TERESA

Por otra parte hay que reconocer que al declararla ciudad abierta se han evitado muchas muertes.

FERMIN

Pero también esto quiere decir que la guerra está perdida.

TERESA

Mira, lo que ahora tenemos que pensar es en pasar la frontera, y ya en Francia estaremos a salvo. ¿Tú crees que llegaremos?

FERMIN

¡Pues claro! Y ya sabes que los franceses son muy hospitalarios. Dentro de unos días nuestros sufrimientos pertenecerán al pasado: ya verás.

TERESA

¡Vaya tres años que llevamos! A ver si en este que estrenamos se acaban las calamidades.

De vez en cuando se paran para atarse los zapatos, sentarse e intercambiarse los equipajes, beber agua, comer algo, etc.

FERMIN

Y ¿qué me dices de Pío y de tu hermana Damiana?

TERESA

Pues sobre todo que cada año aumenta la familia. Y fíjate cómo son, a su última hija le han puesto por nombre Libertad. No sé cómo Pío se atreve a mostrar tanto sus ideas nacionalistas, pues yo creo que ahora son más perseguidos que los rojos, que ya es decir. ¡Ah! Han conseguido que tres de sus hijos sean acogidos por unas familias en Bélgica. A menudo reciben noticias de los “señores” como dicen ellos, y al parecer están muy bien.

FERMIN

Bueno, ya verás. Nosotros también lograremos establecernos en Francia. Se dice que son muy hospitalarios. Yo podré trabajar de ebanista o carpintero. Ya sabes, con un buen oficio se va a cualquier parte.. Por el idioma no debes preocuparte. Ves, los catalanes también hablan otro y les entendemos casi todo. En cambio el Vascuence nunca lograré aprenderlo

TERESA

Pues yo prefiero el Vascuence al Francés. Claro que en mi casa era lo que más se hablaba.

(Siguen en silencio durante un rato atentos a la posibilidad de más amenazas de aviones)

TERESA

¿Sabes? A Carlos Luengo, sobrino de Luis, que es un joven de unos 18 años, le nombraron Comisario Político

FERMIN

En fin, ¡qué cosas!. No le conozco, pero por muy listo que sea no es posible que tenga experiencia ni conocimientos suficientes.

TERESA

Sí, ya ves. Muchos de estos soldados que huyen también son unos críos, no tienen ni dieciocho años.

FERMIN

¿Dices que se llama Carlos?

TERESA

Sí. ¿Por qué?

FERMIN

No, por nada… es que me hace recordar….

TERESA

¿Qué?

FERMIN

¡Bah! Nada. No tiene importancia; ya te contaré otro día.. Ahora estate atenta a los niños y a ver si vemos algún manantial cerca del camino, porque sin algo que beber esta caminata se está haciendo insoportable para todos.

TERESA

(Con aire pensativo)

No sé si me da más pena ahora el dejar España que hace unos días cuando salí del País Vasco. Será porque entonces venía con la ilusión de encontrarte y que al fin íbamos a estar juntos.

Los hijos, José y Armando, van andando junto a ellos unas veces y otras, junto con otros niños y niñas de su edad, jugando y hablando de sus cosas. A veces se acercan para preguntar cuándo van a comer, si aun falta mucho, cuándo van a pararse a descansar, etc.
Así prosiguen su larga caminata rodeados de muchos emigrantes.

ESCENA 9ª

Comentarios entre personas de los grupos de exiliados, que están descansando sentados sobre unas piedras, comiendo algún bocadillo y algunos tiritando de frío y curándose sus heridas de los pies.

UNO

¡Uf! Por fin estamos en Francia. Aquí ya estamos a salvo de los ataques de los aviones.

FERMIN

(leyendo un periódico):

Mirad lo que todavía dicen nuestros gobernantes y concretamente el Jefe del Gobierno Republicano: “Hasta mí han llegado rumores que hay quienes están preparando la maleta para abandonar su puesto y marcharse al extranjero. Yo tengo la obligación de decir a los que de esa manera proceden, que ir al extranjero supone aceptar la pérdida de su personalidad que no será respetada”

UNO

Pues también se comenta que somos más del medio millón.

OTRO

¿Cómo creéis que el gobierno francés va a resolver los problemas que les vamos a crear?

FERMIN

Yo pienso que habrá trabajo para todos, y estamos dispuestos a hacer lo que sea.

EL OTRO

¡No!, los problemas los vamos a sufrir nosotros. Para empezar ya nos han confiscado las armas y muchas de nuestras pertenencias. Y el dinero que tenemos aquí no nos sirve: pocos lo aceptan.

OTRO MAS

Parece ser que los gendarmes tienen órdenes muy estrictas, pero ya veis, en general hacen la vista gorda.

FERMIN

Lo que pasa es que les damos pena. Fijaros cuántos heridos y enfermos nos acompañan. Y hambre y miseria tenemos todos. La disentería es habitual y nuestros vestidos son verdaderos harapos. Las medicinas escasean y a lo sumo nos dan aspirinas..

UN SEÑOR DE MUY BUENA PRESENCIA

¡Quién me iba a decir a mí que llegaría a esta situación con la buena posición que gozaba en España!

(Llega otro al grupo diciendo):

Se comenta que nos van a llevar a unas playas

UNO

Al menos tendremos agua.

OTRO

Sí, pero salada. Ya veremos para qué nos va a servir

FERMIN

Hombre, ya acondicionarán lo necesario. Además en estas playas en verano pasan sus vacaciones los más pudientes.

EL OTRO

Mira en verano se está bien en cualquier sitio, pero ahora estamos en invierno y a ver cómo nos protegemos.

ESCENA 10ª

Se sigue viendo la enorme comitiva de personas andando por una carretera costera francesa con el mar a su derecha, aproximándose a unas playas.

ESCENA 11ª

Ya en las playas las imágenes de la muchedumbre de refugiados es deprimente. Van disponiendo mantas y ropas sobre la arena para sentarse o acostarse y les llega la noche obligándoles a apiñarse en grupos para resguardarse en lo posible del frío.

ESCENA 11ªB

Al amanecer todos dirigen sus tristes miradas hacia pequeñas comitivas que envueltas en lamentos forman los entierros de aquellos familiares o amigos que no lograron sobrevivir. En los límites de la playa unos soldados senegaleses custodian la muchedumbre de refugiados, para impedir que salgan de ella. A veces se anuncia el reparto de algo de comida y medicinas, a las claras insuficiente para satisfacer todas las necesidades.
Estas situaciones se convierten en rutinarias durante semanas.
Todos se van desprendiendo paulatinamente de sus objetos más valiosos y del dinero que todavía aceptan los franceses para procurarse a cambio lo indispensable.

UNO

¡Oye! Fermín: ¿has visto semejante desfachatez? Andan por ahí unas fulanas y unos carteristas refugiados haciendo el agosto.

FERMIN

¡Qué vergüenza! Lo que nos faltaba. ¡Menuda imagen se van a hacer los franceses de los españoles.

OTRO

De momento la imagen que nos estamos haciendo de ellos tampoco se corresponde con sus cacareados principios de libertad, igualdad y fraternidad.

FERMIN

No me lo repitas. Estoy oyendo eso mismo a mi esposa a todas horas. Y lo malo es que tenéis razón.¡Qué equivocados estábamos!

OTRO

Ya me dirás. Fíjate cómo nos vigilan esos soldados senegaleses que han puesto para que nos custodien. Ni que fuéramos malhechores encarcelados.

FERMIN

Pues andad con ojo, porque lo único que saben es que tienen la orden de disparar al que intente escapar. Hay que entenderlo: ellos no saben quiénes somos ni por qué estamos aquí. Y la imagen que damos no es precisamente buena.

UN ANDALUZ

O sea que salimos de Málaga y entramos en Malagón

FERMIN

¡Bueno, bueno! En peores circunstancias nos hemos visto y aquí estamos.

OTRO

¿Sí? Pues no tienes más que mirar a nuestro alrededor. ¿Cuántos van muriendo? Si aquí los únicos que no mueren son las pulgas y los piojos.

ESCENA 12ª

Llega Teresa al grupo:

TERESA

Venga, venga, a comer la sopa que he preparado y dejaros de arreglar el mundo. Lo primero y principal ya sabéis que es oír misa y almorzar, y si la misa tiene prisa se almuerza y se deja la misa

UNO

Sí sí, para misas estamos

(Risas)

ANDALUZ

¡Ale, vamos! Bueno, esta Tere llama sopa a un caldo de agua y no sé qué más…. pero hay que reconocer que si no fuera por ella ni eso tendríamos, porque hay que ver lo que es capaz de preparar aunque sólo sea con nabos y abadejo. Cuando pasan por sus manos los convierte en exquisitos platos…

FERMIN

Sí eso. Ahora arregla lo que has empezado a decir, halagando su “cocina”
¡Vamos! ¡vamos!

ESCENA 13ªA

Comen y al terminar reinician la conversación
(Se repiten imágenes generales con diversos momentos diferentes, el anochecer, el frío, la lluvia, el viento…)

ESCENA 13ªB

Nuevamente el grupo charlando. Llega otro sonriente:

OTRO

¿Sabéis? Esto os va a gustar: El nuevo gobierno franquista ha anulado el valor del dinero republicano y han hecho otros billetes.

FERMIN

¡Qué vergüenza! Eso sí que es robar. ¿Por qué supones que nos vamos a alegrar?

OTRO

Porque hace tiempo que no nos servía aquí más que entre nosotros. Pero esto ha hecho que las putas y los rateros se hayan tenido que volver a España después de haber “trabajado” gratis durante esta temporada. Lo que habían conseguido no les servirá para nada.

FERMIN

¡Ah, claro! ¡Qué bien les está!

Todos ríen haciendo gestos parodiando las actividades de ellas y guardando el dinero de su “trabajo”

OTRO

Eso sí que es volverse con el bolsillo vacío y el rabo entre las piernas…

ANDALUZ

Bien merecido lo tienen. Que vuelvan con los franquistas.

FERMIN

Sí, pero ¿os dais cuenta de las consecuencias económicos que esa medida producirá en Francia a los empresarios que tenían relaciones con empresas españolas?.

UNO

¿Y a nosotros qué nos importa? Seguro que están mejor que nosotros

FERMIN

Sí pero de rebote se reflejará en el trato que el gobierno francés adopte para con los casi seiscientos mil españoles que les hemos invadido.

Llega Teresa haciendo girar la conversación:

TERESA

¡Ale, Ale! dejar ese tema que no llegaréis a resolver nada y no hacéis más que añadir preocupaciones.

ESCENA 13ªC

Teresa coge a Fermín del brazo y se despiden del grupo. Van paseando y se paran cerca de un grupo de andaluces conocidos que están en plena conversación. En ese grupo están Juan y Casimiro con otros jóvenes

ESCENA 14ª

JUAN

¡Oye! Casimiro: ¿pero por qué nos han traído a estas playas donde no encontramos más que humedad, frío, piojos y hambre? ¿Es justo esto?

CASIMIRO

¡Qué ha de ser, hombre, qué ha de ser! Mira, Juan: Esto se explica porque los políticos desean que conozcamos cómo es el invierno en este país y que gocemos del viento, la lluvia y de esos animalitos a los que hacías mención, que van absorbiendo poco a poco nuestra sangre. Así, para que cuando llegue el verano, si es que antes no nos hemos muerto de alguna pulmonía, sepamos apreciar toda la belleza y bienestar que él nos reserva. ¿No te gusta el programa?

JUAN

Hombre…… que me guste o no ya no tenemos más remedio que pasar aquí la vida matando estos endiablados animalitos, como tú les llamas, que no nos dejan de picar a cada instante. ¡Y si tan siquiera tuviéramos algún recipiente en el que meter nuestras ropas para cocerlas, a ver si de esa forma, al cocerlas, morían definitivamente y nos dejaban tranquilos!

CASIMIRO

Pero…Juan, ¿tú crees sinceramente que morirían si se les cuece?

JUAN

Naturalmente que sí. ¿No dicen que el fuego todo lo quema y purifica?

CASIMIRO

Sí, eso dicen. ¡Pero míralos la fuerza y vida que tienen para hacer mover la camisa que has dejado al sol para ver si se marchan de ella instigados por el calor! A lo mejor quieren llevársela a la sombra para esconderse mejor entre sus costuras y seguir mordiendo como ellos solos saben hacerlo!….

JUAN

¡Ahora comprendo por qué decía aquel andaluz facha que los “rojos” teníamos más vida que los piojos!

CASIMIRO

Hombre, eso nunca me lo habías contado, Juan. ¿Por qué fue y cómo pasó?

JUAN

Tú sabes tan bien como yo, que los fachas antes de lanzarse al asalto de nuestras posiciones las bombardeaban durante una hora o más, por medio de la aviación o de la artillería, y cuando creían habernos exterminado, lanzaban su infantería al asalto. Pues bien, en una de estas operaciones en la que nuestras trincheras habían sido bombardeadas de esta manera, pero en la que por estar bien pertrechados nos habían ocasionado muy pocas bajas, al lanzarse al asalto y encontrarse conque les estábamos aguardando vivitos y dispuestos a darles una dura corrección, un sargento andaluz que iba en cabeza de su pelotón al darse cuenta de ello, les gritó: “¡Cuidiau, muchachoz, que eztoz tioz tien maz vida que loz piojoz!.
CASIMIRO

¡Es que el andaluz ése era un buen conocedor de esos animalitos; menudos picotazos le habrían dado para decir eso!

JUAN

Pues amigo, como sigan picándonos como hasta ahora y no nos den un avituallamiento mejor organizado y regular que hasta hoy, no nos quedará otra solución que o intentar escapar de esta maldita playa desafiando los fusiles de esos soldados senegaleses, o morir de hambre, frío y mordeduras de los piojos.

CASIMIRO

Pues con el sistema de control alimenticio que intentan imponernos para normalizar nuestro avituallamiento, puedo afirmar de antemano que el que no tenga vergüenza –y de estos hay muchos- comerá hasta hartarse, mientras que los pobres de espíritu y decisión se irán muriendo de hambre poco a poco.

JUAN

¿Es que lo dices por mí?

CASIMIRO

No, amigo. Porque mientras estemos juntos no permitiré que mueras de esta manera impropia de un hombre que se precie de tal, aunque reconozco que te sobra honradez y te falta decisión para hacerte respetar.

JUAN

Pues, ¿por qué decías eso?

CASIMIRO

¿Lo ves? Ni siquiera te has enterado de que intentan que entre nosotros formemos un grupo de cien personas y entre ellas el Delegado que ha de representar al grupo se hará cargo diariamente del avituallamiento para repartirlo después equitativamente.

JUAN

¿Y cómo vamos a encontrar esas cien personas, es decir, noventa y ocho que nos faltan, si no conocemos más allá de veinte, incluyendo a estos vascos y sus amigos e hijos?

(señalando a Teresa y Fermín que llegan seguidos de los peques)

CASIMIRO

¿Y eso te asusta a ti, hombre de pluma y cuentas?

JUAN

Claro que sí, porque ¿De dónde las vamos a sacar o cómo las vamos a encontrar para formar un grupo tan numeroso?

CASIMIRO

Por eso no te preocupes, hombre. Dame papel y lápiz y verás qué pronto lo resuelvo.

El amigo se va donde tenía la mochila militar y saca de ella un bloc, arranca de él tres hojas, junta a ellas un lápiz y volviendo donde le esperaba su amigo le dice:

JUAN

Toma, zaragatero. Aquí tienes las hojas y el lápiz que me has pedido, pero lo que no quiero es que me mezcles en tus trapisonderías.

CASIMIRO

Descuida, amigo. Y para demostrártelo voy a alejarme unos metros de ti.

ESCENA 15ª

Al cabo de media hora vuelve donde está Juan.

CASIMIRO

Toma, aquí tienes ya las cien personas del grupo.

El amigo Juan echa una ojeada a las hojas que le ha entregado y le falta poco para desmayarse.

JUAN

Pero, oye, cara dura; lo que nos piden son cien personas y no esta mezcolanza de toreros, artistas de teatro, cantantes y hombres políticos que has puesto en esta lista. ¿Y encima pretendes que vaya a presentarla?

CASIMIRO

¡Qué has de ir, hombre; qué has de ir! Si nada más verte la cara de palomino atontado que tienes van a conocer que todo es falso!. No, quien irá será “El Peleles”. En cuanto a los nombres de toreros, artistas, cantantes y políticos que he puesto en esa lista, no te preocupes, que si los españoles les conocemos los franceses no. Y en su nombre tendremos sobradamente que comer. Iré a encontrar a “El Peleles” y en cuanto le explique de lo que se trata, con lo decidido que él es, mañana a primera hora ya estará en Intendencia a buscar el suministro.

FERMIN

(Dirigiéndose a Teresa)

Lo que yo no me explico es por qué le pusieron de nombre “Casimiro” con la vista especial que tiene él para salir airoso de todas las trapisonderías y engaños en que se mete para comer bien y no dar ni golpe.

JUAN

(dirigiéndose a Casimiro)

¿Y vas a confiar en el “Peleles”?.

CASIMIRO

Y ¿en quién mejor que en otro tan trapisondista como yo?

ESCENA 16ªA

Amanece y los altavoces situados en postes por diversos sitios de la playa interrumpen la música y noticias que regularmente emitían para anunciarles que iban a ser trasladados a diferentes pueblos y ciudades donde se les dará alojamiento adecuado y trabajo remunerado.

ALTAVOCES

¡Atención! En primer lugar serán trasladadas las personas que estén enfermas acompañadas de sus familiares. Después irán los demás.

ESCENA 16ªB

Durante el día van saliendo por grupos en camiones y autobuses diversos.

FERMIN

(Dirigiéndose a Teresa)

¡Vaya! Por fin han pensado en nosotros. Esto de tener inactiva a tanta gente era absurdo.

TERESA

Sí, pero la mayor parte lo que necesitan son atenciones médicas.

FERMIN

Afortunadamente nosotros estamos resistiendo bien

ESCENA 16ªC

Tanto ellos como todos los demás van recogiendo lo que les quedaba de sus cosas y montan en el autocar que les habían designado.

ESCENA 16ªE

Diversos autocares y camiones cargados de españoles en ruta.

ESCENA 16ªF

Cuando llegan a su destino, después de un largo viaje, personal del ayuntamiento les acompañan a las viviendas donde temporalmente iban a ser acogidos. A Fermín, Teresa y sus hijos los alojan en una vieja casita al parecer abandonada, donde se acomodan para pasar la noche. También les facilitan comida y algunas ropas. En los días siguientes todos los españoles refugiados allí se han ido acomodando y han mejorado sus locales de acogida.

ESCENA 17ª

Todas las tardes se reúnen en los cafés de los alrededores y comentan sus necesidades. Así van pasando los meses.
Los franceses les contratan para formar grupos de trabajadores.

ESCENA 18ª

Una tarde están Fermín y varios españoles sentados alrededor de una mesa. Fermín leyendo un periódico. Fermín se dirige a los demás

FERMIN

Escuchad, os voy a decir lo que entiendo que dice aquí: Al parecer ayer, uno de septiembre de 1939, las tropas alemanas por el oeste y los rusos por el este han entrado en territorio polaco, arrasándolo todo a su paso.

UNO

¡Ahí va! Pues si Polonia ha sido atacada, Francia va a tener que participar en su apoyo. Los tratados que tienen les obligan.

OTRO

¿Y cómo van a hacerlo? ¿invadiendo Alemania? ¡Bah! No pueden hacer nada. Por tierra no podrían llegar y por mar tampoco, y como apenas si tienen aviones…

UNO

No sé por qué me parece que las cosas van a evolucionar muy mal. Franco por una parte, Hitler por otra, Los italianos, o sea, Mussolini también como ellos. Los rusos ya no se puede saber cuál va a ser su comportamiento. Como países importantes sólo quedan en Europa Inglaterra y Francia para frenarles.

FERMIN

Pues yo pienso que a Hitler no se le van a quitar sus ideas de conquista y además están muy bien equipados de armamento. Poseen buena aviación y sus submarinos de “bolsillo” están muy bien diseñados.

OTRO

Y sobre todo hay que tener en cuenta su alta disciplina y fanatismo.

FERMIN

Efectivamente, en eso son muy superiores a los franceses.

OTRO

A que nos toca seguir la guerra en este país.

UNO
Yo no soy tan pesimista. Creo que nadie quiere que la guerra se extienda, y menos aún que se convierta en otra Europea o Mundial.

FERMIN

Se sabe cómo se empieza, pero nunca cómo se va a terminar. Hay más países en el mundo que no permitirán que el fascismo se extienda.

OTRO

O sea, que podría complicarse más.

FERMIN

¡Quién sabe!

ESCENA 19ª

La escena en la cocina de un pequeño apartamento de su vieja casita. Llega Fermín saludando así a Teresa:

FERMIN

¡Tere! ¡Tere! ¡Mira qué noticia te traigo!

TERESA

¡Uyuyuy…! ¿Buena o mala?

FERMIN

¡Buena, mujer, buena! ¿No ves que llego contento?

TERESA

¿Sí?, ¡bueno!, venga, di: que me tienes preocupada.

FERMIN

¿Sabes? En la oficina del ayuntamiento en la que colaboro para regularizar papeles y situaciones de nuestros compatriotas tenían una máquina de escribir retirada.
Es vieja pero aun puede funcionar. Me la regalan.

TERESA

Bueno ¿y qué? Para qué queremos nosotros una máquina de
escribir ¿Es que ahora vas a poner la oficina en casa?.Anda que no tienes más cosas que hacer.
¡Si casi no te queda un minuto libre!.
Aunque por otra parte sería la forma de que estuvieras a
mi lado más tiempo.

FERMIN

¡Que no, Tere! No son esas mis ideas.

TERESA

¡Ah,! ¿no? Entonces…..

FERMIN

Pues ya verás. Siéntate y escucha, después ya me dirás lo
que te parece.

(Toman asiento y empieza a explicarle cogiéndole las manos)

FERMIN

He estado pensando mucho en el grupo de españoles tan numeroso que estamos en este barrio y que podemos hacer algo más que reunirnos algunas tardes en el bar para jugar a las cartas y contarnos nuestras lamentaciones, Tenemos que hacer algo más.
Y pienso crear un verdadero club de españoles con actividades diversas, donde estemos obligados en cierta medida a aportar nuevas ideas y a desarrollarlas, para nuestro propio entretenimiento.
Para eso es necesario que exista verdadera comunicación y que no nos limitemos a las reuniones en pequeños grupitos.
O sea, que hay que empezar por editar unos panfletos a modo de periódico de los refugiados españoles o algo así.

TERESA

No veo donde quieres ir a parar

FERMIN

Espera que aun no he terminado. Mira, esa hoja en principio la haré yo. Tengo ya ideas para los contenidos de las primeras, con los que animaré a la participación de otros.
Estoy convencido que entre los que conocemos varios de ellos colaborarán de buen grado. Después su desarrollo será más fácil. Tendrá hasta su sección de anuncios, etc.

TERESA

¡Ya, claro! Pero eso requerirá que se hagan muchas copias y se necesitará papel ¿pero quién lo va a comprar? Nosotros no podemos hacer gastos superfluos. No me llega ni para que nosotros podamos comer todos los días, ya lo sabes.

FERMIN

Lo del papel ya lo tengo resuelto. Utilizaré las hojas que normalmente se tiran en la oficina, ya usadas por una cara o de impresos inútiles. Pero escucha y verás cuál es mi proyecto inicial. Sin duda alguna más adelante surgirán más ideas y ahora no puedo decirte hasta dónde podremos llegar.

TERESA

Ya estás echando las campanas al vuelo. ¡Cuidado que eres soñador! Pero reconozco que imaginación y ganas de trabajar
no te faltan. Y eso me gusta de ti.
Venga, sigue sorprendiéndome, que me tienes con la boca abierta escuchándote como una pava.

FERMIN

(más animado)

Pues después esos temas los comentaríamos en las reuniones y yo iré recopilando notas de los puntos de vista y de las cosas que digan. Me serán de utilidad para otras cosas que escriba. También para empezar lo que voy a proponer es crear una pequeña compañía de espectáculos y de teatro.

TERESA

¡Hala…..! ¿y las obras de teatro de dónde las sacamos?

FERMIN

¡No, no! Las escribiré yo mismo. Tengo suficientes ideas en
la cabeza y he conocido muchas historias que bien ordenadas
serían suficientes para entretener a la gente durante media hora o más.

TERESA

Eso sí que creo, porque cuando te pones a hablar te quedas
solo. No quiero decir que sea porque se marchen los oyentes ¡no! Muy al contrario.¡Hay que ver cómo te escuchan! Creo
que se lo pasan muy bien oyéndote. Incluso pienso que es una
pena que lo que les dices no quede escrito y se pierda
en la memoria.

FERMIN

¿Ves? Pero también son importantes las reflexiones y los
comentarios de los demás. Por eso, si las mismas historias o historietas las conocen muchos, el número de comentarios
será mayor y por lo menos nos servirán para distraer
nuestras preocupaciones, aunque no nos quiten el hambre.
Algunos de esos comentarios se pondrán en esas “hojas”.
Espero conseguir colaboradores para repartir el trabajo.

Y hay más.
En el ayuntamiento están dispuestos a cedernos unos locales. Bueno un pabellón abandonado ahora, que habilitado con unos bancos corridos y lo que podamos ir añadiendo, nos servirá como club de los españoles.
Podremos hasta organizar fiestas, etc.

TERESA

¡Anda que tú!…. Si te dejan eres capaz de cualquier cosa Pero por ahora esto se parece más al cuento de la lechera..

FERMIN

Por favor, no me hagas esa comparación que me enfado.
Espera a ver los resultados y después ya me dirás

TERESA

De momento ya sé lo que voy a ver. A un marido que lo poco que esté en casa no tendrá ojos ni manos mas que para el lápiz y la máquina de escribir…..

FERMIN

¡Ya estamos! pero además seguro que te gustará escuchar antes que nadie todas mis historias y hasta estoy seguro que me ayudarás a completarlas ¿A que sí? ¡Si ya sé que a ti también te gusta la idea. ¿O no?

TERESA

A decir verdad sí que me gusta

FERMIN

Pues vamos a comer que a continuación me pondré manos a la obra que estas cosas no deben dejarse para más tarde

ESCENA 20ª

La acción se va a desarrollar en un bar donde habitualmente se reunían. Están sentados diversos matrimonios y Fermín se pone en pie para dirigirse a todos.

FERMIN

¡A ver, amigos! Os repartiré luego unas hojas, las primeras de una especie de gacetilla que estoy empeñado en editar, de una forma periódica, donde se irán recogiendo y exponiendo diversos temas que merezcan el interés de todos. Quiero que iniciemos un cambio importante de nuestra forma de entretenernos o de aburrirnos, o sea, de pasar el rato, que hasta ahora tenemos. Deseo que seamos un grupo ejemplar de orden y diversión, unidos en nuestra desgracia pero con espíritu de superación. Y para eso es necesario levantar el ánimo de todos.

UNO

(levantando la mano)

¿Y los que no sabemos leer, qué?

FERMIN

Seguro que algún compañero os lo leerá. Además tal vez os anime también a aprender a leer, y si lo lográis veréis lo beneficioso que es… Pero eso no es todo. Voy a seguir: Estoy terminando de escribir una pequeña obrita de teatro que quiero tener ultimada para antes de un mes. Los que quieran trabajar en ella como actores que me den luego sus nombres. No se necesitan más que unos pocos, porque aquí mi esposa y mis hijos ya quieren encabezar la lista de voluntarios. Los textos habrá que aprenderlos, pero serán muy cortos y además como en todas las obras de teatro habrá un apuntador que irá leyendo los textos a los actores. Tranquilos, el apuntador ya está elegido: seré yo mismo. Ya veréis cómo nos divertimos todos.

UNA OYENTE

(Dirigiéndose a su marido)

Este Fermín es terrible. ¿Qué nos tendrá preparado?

FERMIN

También yo mismo indicaré a los actores lo que conviene que hagan en escena. Como la primera parte ya la tengo escrita, pronto podremos empezar los ensayos. Bueno, todavía no porque aun me faltan actores y local acondicionado, pero seguro que algunos sí estaréis dispuestos a apuntaros.

Algunos levantan la mano pidiendo que tome nota.

UNO

¿Y habrá cante? ¿y música, y baile? Porque a nosotros los andaluces organizar veladas de esas se nos da muy bien.

FERMIN

Claro que sí; porque no os lo he dicho todavía, quería daros también esta sorpresa: he conseguido en el ayuntamiento que nos den permiso para que podamos utilizar un garaje que está abandonado. Allí organizaremos todo esto. Será nuestro refugio, nuestro club.

(Aplausos, y algunos gritan: ¡Viva! ¡viva! Y otro más alejado grita

¡Viva San Fermín!.

Las risas saltan espontáneamente)

ESCENA 21ª

Según va andando Fermín por la calle, se le acerca una española de unos treinta años llamada Julia, y le dice:

JULIA

Oiga, Fermín: entre el grupo de españoles que estamos en este barrio se ha comentado la necesidad de ayudar a los niños en sus estudios. Como yo soy maestra me han pedido si yo pudiera controlarles y orientarles al hacer sus ejercicios. ¡Claro! Necesitamos un local y hemos pensado que podría servirnos el mismo que nos han cedido para el club. Los niños lo ocuparían por las tardes al salir de sus clases y yo estaría con ellos más o menos desde las cinco y media hasta las siete. Teniendo en cuenta que ustedes lo van a utilizar a partir de esa hora y los fines de semana y festivos, pensamos que no tendrán inconveniente.

FERMIN

¡No, claro! Me parece muy buena idea, la única pega que veo es que no disponemos todavía de muebles y mesas suficientes. Creo que pronto conseguiremos algunos. También que disponemos de poca luz y no hay servicios; sólo hay un grifo.

JULIA

Por eso no se preocupe, que entre todas las madres lo iremos acondicionando poco a poco.

FERMIN

Pues adelante. Estoy seguro que todos apoyarán la idea y tratarán de colaborar.

Se despiden

ESCENA 22ª

Ahora ya están un grupo heterogéneo de españoles haciendo arreglos en el local y aportando tablas, bancos, etc. Más tarde se puede apreciar que diversos niños y niñas acuden para hacer sus deberes. La señorita Julia les atiende y de vez en cuando les da explicaciones. Se dirige al encerado y les dice:

JULIA

O sea que os han enseñado el teorema de Pitágoras. Mirad, yo os lo voy a poner aquí, gráficamente.

Dibuja en el encerado un triángulo rectángulo y dirigiéndose a un alumno, le dice:

Esto es un triángulo rectángulo. A ver, tú, Felipe, ¿por qué se llama así?

FELIPE

Porque tiene tres lados y uno de los ángulos es recto.

JULIA

Muy bien. Pues fijaros, si sobre cada lado dibujo sendos cuadrados así

(lo hace al mismo tiempo en la pizarra)

la suma de las áreas de los dos cuadrados más pequeños es exactamente igual al área del más grande, o sea, del que tiene por lado la hipotenusa. Entonces si ésta es de seis metros y el de este otro lado es de cinco metros, ¿qué me-di-rá el o-tro ca-te-to?

(Marcando las sílabas)

Un alumno levanta la mano.

JULIA

A ver, sí Julito… ¿tú sabes qué-me-di-rá?

JULITO

¡Nada!

JULIA

¿Cómo que nada?

JULITO

Pues eso, ¡nada!. No le dirá nada, porque ese “cateto” no habla; los que sí hablan son los del pueblo de éste que son todos unos “catetos” (señalando a su compañero)

Los demás alumnos se ríen y Julia, sonriendo les pide silencio.

JULIA

¡Cuidado que eres bruto, Julito! ¿No sabes que a los lados del triángulo que forman el ángulo recto se les llama catetos? ¡Si ya lo he dicho antes! Es que no prestas atención. Y además llamárselo a una persona puede interpretarse como un insulto, así que no lo hagáis.

ESCENA 22ªB

En ese momento entran al local Fermín y otro español.

FERMIN Y SU COMPAÑERO

¡Buenas tardes a todos!

FERMIN

Señorita Julia, no queremos interrumpir, solamente venimos para decirles que mañana tendremos que disponer del local a partir de las seis de la tarde, para el ensayo general.

JULIA

Bien, éstos seguro que se alegrarán.

FERMIN

¿Qué tal las clases?

JULIA

Bien, bien. Creo que ha sido un acierto, porque todos necesitan que se les ayude. El idioma ya es un gran inconveniente para ellos, aparte de los temas que estudian. Pero van avanzando.

FERMIN

¡Bueno! Pues nada más, ya nos vamos. Y vosotros, peques a estudiar mucho para que lleguéis a ser hombres y mujeres de provecho. ¡Adiós a todos!

JULIA Y LOS NIÑOS

¡Adiós! ¡adiós!…

Fermín y su compañero salen y se alejan hablando entre ellos..

ESCENA 23ª

Ahora las imágenes presentarán el interior del local pobremente habilitado, equipado con bancos corridos y algunos taburetes diversos, escasa iluminación y una especie de plataforma en el extremo a modo de escenario, situada a un nivel como de metro y medio sobre el suelo, sobre caballetes, en el que a modo de concha se ha dispuesto una banqueta rodeada en parte por cartones. Debajo de ésta hay una silla destinada al apuntador. Los espectadores verán esos bajos del escenario, pero no tiene importancia. Como telón una sencilla cortina hecha de sábanas que tampoco llega a ocultar el escenario. La puerta de acceso está al fondo en un costado del escenario, donde la plataforma no llega hasta la pared lateral. Fermín se encuentra en el escenario y le acompañan dos chicos y dos chicas. En los bancos están sentados sus hijos como espectadores. Fermín les está orientando sobre lo que les corresponderá hacer.

FERMIN

Vamos a ver, en esta parte de la obra tú Sofía y tú Begoña estaréis ahí sentadas de cara al público. Estáis esperando la llegada de los obreros que van a colocar una lámpara muy delicada en el techo. Ellos serán un tanto torpes, porque se trata de crear una escena un tanto cómica.. Como quieren destacar sus habilidades de trabajadores y dejar a las mujeres como inútiles, el saludo que le harás tú Alberto a Sofía que permanecerá sentada será una o dos extravagantes reverencias. Queremos que el público se ría. Después entrará José arrastrando una lámpara de techo que ya sabéis, la alzaréis con cuidado sujetándola entre ambos con la varilla que le hemos puesto. Tú Alberto eres el encargado de entrar con la escalera y Sofía te abrirá la puerta cuando llames. El diálogo ya lo sabéis. No os alejéis nunca demasiado de la concha para que me oigáis. Si lo veis conveniente os acercáis con disimulo, y hablad despacio, sin nervios. Ya lo sabéis, queremos entretener y no tiene demasiada importancia si sale bien o mal: nuestro esfuerzo será sin duda reconocido.

(Los dejamos practicando el ensayo con Fermín)

ESCENA 24ª

Día de la representación:
Ya llevan tiempo actuando. Desde fuera se oyen las carcajadas y algunos lugareños que hacen comentarios como molestos de escuchar esa algarabía. La cámara presenta esa parte de la obra que decíamos antes. La escena es como la habíamos indicado anteriormente.
En el escenario, llaman a la puerta. Sofía y Begoña son las únicas en escena y están sentadas en un sofá.

SOFIA

Ve a abrir Begoña que serán los obreros que esperamos.

Begoña se levanta, va hacia la puerta y abre, entrando Alberto con una pequeña escalera de mano.

ALBERTO

Buenos días, veníamos a colocar la lámpara…

BEGOÑA

Buenos días. Pasen, pasen.

Alberto dirigiéndose a Sofía que sigue sentada: (con sorna)

ALBERTO

Señora Marquesa… somos los técnicos que vamos a instalar esta lámpara maravillosa….

Le hace la reverencia de espaldas al público con la mala fortuna que el pantalón se le descose por detrás dejando sus nalgas a la vista. La carcajada del público es general, y él que no entiende bien por qué repite la reverencia, por lo que las risas ya son histéricas. Nadie más se da cuenta de lo que pasa y entra José en la escena arrastrando la delicada lámpara. Las risas son más fuertes y ambos parece que piensan que lo están haciendo muy bien.

ESCENA 25ª

Ahora la cámara muestra el exterior, donde se ve a algunas señoras y a un matrimonio acompañados de un gendarme al que le señalan el local.

Se oye que le dice la señora:

SEÑORA

¿Lo oye Sr. agente? ¿ve cómo es cierto que ahí dentro pasa algo que seguramente no es nada decente? Estos españoles nos han invadido y no respetan nuestras costumbres. No tienen educación y siempre hablan a gritos. ¡Ni que fueran sordos! Ustedes deben prohibir que semejantes reuniones tengan lugar en estas barracas. No se puede hacer ni idea del jaleo que arman constantemente con sus cánticos y gritos.

GENDARME

¡Bien, bien! Entremos a ver qué pasa.

ESCENA 26ª

Abren la puerta y pasan. El Gendarme se dirige al chico que está en el interior próximo a la puerta.

GENDARME

A ver, ¿Quién es el responsable aquí?.

EL CHICO

El Sr. Fermín, que es ése que está ahí

(señalando la parte del cuerpo de Fermín que es visible desde por debajo del entarimado)

ESCENA 26ªB

Les conduce agachándose por debajo del escenario hasta donde se encuentra Fermín que, claro está, no les ve. El público sí puede verles pero no les prestan atención y no paran de reír. El Gendarme se acerca a Fermín y le tira del pantalón. En la escena Alberto está subiendo la escalera sujetando un extremo de la barra mientras José tiene el otro extremo de la misma quedando la lámpara colgando más o menos en su punto medio. En esa posición apenas si se distingue la abertura del pantalón, pero el público sigue soltando alguna risotada.
Fermín entonces, para que deje de molestarle el que le tira del pantalón dice:

FERMIN

¡Estate quieto!

Y José al oírle, creyendo que se lo está “apuntando” repite:

JOSE

¡Estate quieto!.

ESCENA 26ªC

Los espectadores empiezan a darse cuenta de lo que pasa debajo del entarimado del escenario y algunos señalan hacia allí, aumentando las risas.
Alberto extrañado se para casi arriba de la escalera y volviéndose a José, recordando que en el guión no era así la frase le dice:

ALBERTO

¿Pero qué dices?… ¿Por qué?

ESCENA 27ª

Mientras tanto los tirones a Fermín se repiten y éste mueve sus pies molesto y exclama:

FERMIN

¡Que te estés quieto! ¡Suelta!

ESCENA 28ª

Por lo que José en el escenario repite en voz muy alta:

JOSE

¡Que te estés quieto! ¡Suelta!

Alberto echa una mirada al público, pero aunque está extrañado por la orden recibida, suelta la barra, con lo que cae ésta y la lámpara, haciéndose añicos. El público que ha comprendido en parte lo que está pasando estalla en unas carcajadas que hasta se contagian a los actores. Pero mientras tanto, los esfuerzos de Fermín por zafarse y los tirones que le da el gendarme le hacen caer de la silla. Entonces, arriba, Alberto y José, no sabiendo que hacer, se dirigen hacia la improvisada concha en busca de ayuda diciendo a un tiempo:

JOSE Y ALBERTO

¿Y ahora qué hacemos, Fermín?

Se miran entre sí y se asoman a la concha.

ALBERTO

¡Ahí va! Si no está. ¡Se ha ido!.

Entonces José se da cuenta, al mirar hacia Alberto, que se ha agachado de espaldas a él para recoger la lámpara, de que éste está enseñando a todos su trasero y se troncha de la risa.

ESCENA 29ª

Debajo, Fermín incorporándose como puede se dirige al Gendarme:

FERMIN

Pero ¿qué hace? ¿No ve que estamos interpretando una obra de teatro?

GENDARME

Disculpe señor ¿se ha hecho usted daño?

LA SEÑORA

(dirigiéndose al gendarme)

Lo ve usted, ¿se da cuenta del alboroto que arman?

GENDARME

Mire señor Fermín, estos señores se han quejado del ruido que se oye desde el exterior y tenía que comprobar a qué se debían.

FERMIN

Pues ustedes pueden verlo, ¡no hacemos nada malo!; simplemente tratamos de divertirnos lo mejor que podemos, y si ustedes lo desean también están invitados a participar cuando gusten.

(El público sigue riendo, los actores no saben qué hacer y Fermín y los otros salen hacia la sala para encontrarse más cómodos hablando ya en buena armonía. Se va atenuando la imagen hasta desaparecer)

ESCENA 30ª

(En casa mientras toman el café)TERESA y FERMIN:

TERESA

Oye Fermín: tengo la impresión de que esos rumores que se extendían sobre que los alemanes nos llevarán a trabajar a otros sitios pueden ser ciertos.

FERMIN

Quizás sí, y no creas que no estoy preocupado pero ¿qué podemos hacer? Nos tienen totalmente controlados y no permiten que nadie se vaya de aquí. Si alguno intenta escapar lo buscan por todas partes y lo castigan cruelmente o lo abaten a tiros. El castigo al que desobedece sus órdenes no puede ser más inhumano. Yo creo que es prácticamente imposible escapar de su vigilancia. El que se marche de aquí ¿dónde puede esconderse? Si existieran montes como en Vizcaya, aún.

TERESA

Así es, y de los franceses tampoco podemos fiarnos. Incluso con ellos tampoco se andan con contemplaciones. Para los alemanes todos somos sus enemigos.

FERMIN

Hasta las autoridades francesas que siguen en sus puestos dependen de sus órdenes, y como ellos conocen mejor a la gente, terminan siendo sus mejores colaboradores y chivatos

TERESA

Total, que estamos metidos en una ratonera

FERMIN

Ya ves. Ahora aunque quisiéramos volver a España, tampoco podríamos o seríamos tratados como criminales. Al fin de cuentas Franco y Hitler primos hermanos.

TERESA

Sería una locura. Y las noticias que nos llegan de allí no son nada buenas. Fíjate, ellos creen que están peor que nosotros, dicen que pasan mucha hambre y que están muy perseguidos. De mi familia varios están en prisión; parece que continuamente saben de fusilamientos en las cárceles y en los pueblos, sin motivo alguno..

FERMIN

Bueno, por lo menos ahora no estamos tan expuestos a bombardeos. Llevamos unas semanas de una cierta tranquilidad. De momento estos alemanes están más preocupados en terminar con los guerrilleros que no dejan de hostigarles. Y la mayor parte de los guerrilleros son españoles republicanos. Tu cuñado he oído que también está con ellos en el maquis.

TERESA

Ya ves, salieron de una guerra y cayeron en otra. Hay que ver qué valientes. Yo creo que hasta están convencidos que llegarán a vencerles.

FERMIN

Yo no me atrevo a juzgarles. Ellos tienen sus convicciones y motivos no les faltan. Los comunistas tienen principios muy sociales, radicalmente opuestos a los fascistas. En la batalla del Ebro junto con los anarquistas demostraron su valentía. Además los maños son todos muy tozudos, y tu cuñado es de allí.

TERESA

Pero estos nazis alemanes, cabezas cuadradas, ni son democráticos ni piensan por ellos mismos. Parecen máquinas.

FERMIN

Sí, máquinas de matar.

TERESA

Y ahora que empezábamos a entender el francés llegan éstos con su idioma que no hay quien les entienda.

FERMIN

Sí que es una raza diferente, no cabe duda. Deben creer que somos sordos. Hablan a gritos.

TERESA

Dicen que llevan a los jóvenes a trabajar a sus fábricas.

FERMIN

No lo creo. Estos no se fían de los conocimientos de los latinos. En todo caso los utilizarán en los trabajos más duros.

ESCENA 31ª

En una reunión en el habilitado club, en el que ya tienen instalado una especie de bar y algunas mesas y sillas se encuentran matrimonios de españoles, jugando, leyendo, bebiendo…

UNO

¿Os dais cuenta? Sólo hace poco más de un año que salimos de España y algunos meses de cuando comentábamos la ocupación de Polonia por rusos y alemanes y la guerra ya se ha generalizado en Europa. Los alemanes están invadiendo todo. Pronto los tendremos aquí.

FERMIN

Esperemos que Inglaterra pueda resistir. Tiene la ventaja de ser una isla y poseen buena aviación. A Rusia no es probable que la ataquen y han firmado pactos de no agresión. Aunque la ambición de Hitler no tienen límites.

UNO

Y qué me decís del comportamiento de los franceses con nosotros. Nos están haciendo trabajar en lo peor. Nos explotan sin ninguna consideración.

OTRO

Sí; fijaros a cuántos han obligado a enrolarse en las Compañías de Trabajadores y en los Batallones de Marcha.

FERMIN

Y siempre amenazándonos con devolvernos por la fuerza a España.

OTRO

Bueno, pero nosotros aun seguimos aquí y no podemos cambiar las cosas.

ESCENA 32ª

Los alemanes están invadiendo Francia en una guerra relámpago sin encontrar gran resistencia. La vida se está haciendo más dura, en especial para los refugiados españoles. Soldados y vehículos alemanes patrullan por las calles. En casa de Fermín se comenta:

TERESA

¡Vaya vida ésta! Llevamos dos meses pasando más hambre que nunca y la ayuda social del ayuntamiento ya no existe.

FERMIN

¿Te acuerdas lo que decíamos? Los franceses han sido incapaces de detener el avance de los alemanes.

TERESA

¿Y tú qué crees, que ha sido mejor o peor? Al menos así no ha habido tantas bajas.

FERMIN

Es cierto, pero llevan camino de apoderarse de toda Europa. Aunque una cosa es invadir Francia y otra cosa es que puedan mantener la ocupación sin que se produzcan reacciones de guerrilleros. Hay muchos republicanos españoles que se han unido a la Resistencia. Esto no ha hecho más que empezar.

TERESA

¡Empezar, empezar! Para nosotros ya empezó hace cuatro años. ¡A ver cómo y cuándo acaba! ¡Vaya Navidades que hemos pasado!

ESCENA 33ª

Es invierno y hay pocas personas por las calles de Anguleme, salvo soldados alemanes patrullando constantemente. En un banco de un jardín están Fermín y Teresa.
Mientras vuelven de su paseo hacia la vivienda pasan unos vehículos militares alemanes provistos de altavoces anunciando a los españoles:

¡Atención, atención! Todos los españoles deberán dirigirse el día 20 de este mes de agosto a la estación del ferrocarril portando sus enseres. Serán embarcados a las dos de la tarde. Si alguno no cumple esta orden será castigado severamente.

TERESA

¿Ya oyes, Fermín? Los alemanes van a obligarnos a abandonar nuestra casa. ¿A dónde nos llevarán?

FERMIN

¡Yo qué sé! Tampoco creo que nos lo digan, pero casi seguro que a realizar trabajos para ellos.

TERESA

¡Claro! Con sus hombres luchando necesitarán mano de obra para sus fábricas y minas.

FERMIN

Es lógico. Pero en fin. No nos queda más remedio que obedecer, así es que ahora lo mejor será preparar las maletas y empaquetar lo de más valor y lo más necesario para el viaje.

TERESA

Bueno, pero sólo con la ropa nuestra y la de los peques y alguna otra cosilla ya vamos a ir bien cargados.

ESCENA 34ª

Durante la mañana del día veinte, familias enteras con sus enseres a cuestas se dirigen por las calles de Anguleme hacia la estación del ferrocarril, mientras soldados alemanes inspeccionan las casas y les hacen apresurarse. Por medio de altavoces amenazan con severos castigos a quienes se retrasaran o intentasen escapar.
En los andenes de la estación desfila una enorme muchedumbre. Los soldados alemanes les hacen pasar por unos mostradores donde les entregan un bocadillo de sardinas en conserva como alimento para el viaje. Un tren de mercancías espera con todas las puertas de sus vagones abiertas. A Fermín y su familia les hacen montar en uno que tiene escrito con tiza el número quince. Los vagones poseen un ventanillo con barrotes. Dos soldados se encargan de hacerles entrar en el vagón mientras cuentan cuántos van. Los bultos son amontonados en el fondo de la derecha y las mujeres y los niños en la parte izquierda. Hacen entrar hasta que ya casi es imposible cerrar la puerta corredera. Cuando los soldados cierran ésta, colocando los cerrojos, en el interior apenas si existe claridad.

ANDRES

Esperemos que el viaje no sea muy largo, porque así como vamos no va a ser posible ni sentarse.

JACINTO

¿Y adónde nos llevarán?

Suena el silbato del jefe de la estación y lentamente arranca el tren

Espera con todas las puertas de sus vagones abiertas. A Fermín y su familia les hacen montar en uno que tiene escrito con tiza el número quince. Dos soldados se encargan de hacerles entrar en el vagón mientras cuentan cuántos van. Los bultos son amontonados en el fondo de la derecha y las mujeres y los niños en la parte izquierda. Hacen entrar hasta que ya casi es imposible cerrar la puerta corredera.

Cuando los soldados cierran ésta, colocando los cerrojos, en el interior apenas si existe claridad.

Suena el silbato del jefe de la estación y lentamente arranca el tren.

UN JOVEN

Mira que bien, ahora vamos a recorrer mundo.

FELIX

Sí, pero desde aquí no lo vamos a ver. Y en medio de esta penumbra ni siquiera se puede leer algo

UN ASTURIANO

¿Por qué no cantamos algo?

Y se puso a cantar. Varios más también se animaron.

UN ANCIANO

¿Habéis pensado que aquí va a ser difícil respirar dentro de poco? Los que estáis cerca del ventanillo retiraros un poco para que entre más aire.

ANGELA

Tiene usted razón, y además yo pido que a nadie se le ocurra fumar hasta que lleguemos a nuestro destino. Sería muy molesto para los demás y especialmente para los niños.

FELIPA

¡Qué calamidad! Nosotros hemos traído de todo menos comida y bebida. ¡Con la sed que dan las sardinas!

Un joven, hablando en voz baja:

FELIX

Yo ya tengo ganas de orinar….

ESCENA 35ª

Se va haciendo de noche y el tren sigue lentamente su marcha.

FERMIN

Quizás sea conveniente que hagamos turnos para tratar de dormir, quedándonos unos de pie mientras otros se recuesten como puedan.

Así se van acomodando como pueden.

ANDRES

No sé qué es peor: el hambre, la sed, el sofoco por lo mal que se respira, el cansancio o la incertidumbre de dónde nos llevan.

NIÑO

Mamá, tengo mucho calor.

Su pobre madre que nada podía hacer para evitarlo y que conocía la causa por la que se quejaba su pequeño, responde:

MADRE

¡Ay, hijito, más vale tener calor que no frío! Anda, súbete sobre mi alda a ver si estás mejor.

Y el pequeño hace lo que su madre le dijo, callándose.

OTRO NIÑO

¡Mamá!. Tengo mucha sed. Quiero beber agua.

Aquella demanda de su pequeño la deja confusa, porque no sabía cómo convencerle que no la había.

MADRE

Ten paciencia, hijo mío. Mira, cuando pare el tren bajaremos y beberemos.

NIÑA

¡Mamá!, quiero hacer caca.

ANGELA

¿Pero hija de mi alma, dónde si no tenemos sitio ni para matar una pulga?

ANDRES

A ver, amigos, hacedle un pequeño espacio, para que la niña haga sus necesidades.

ANGELA

Muchas gracias, señor. Yo no me atrevía a pedirles tanto. Pero ¿cómo va a hacer caca, señor, en el vagón? Si tan siquiera tuviéramos una hoja de periódico….

MERCEDES

(dirigiéndose a su marido)

Ya lo oyes, tú, Juan. Te piden una hoja de ese periódico que estás leyendo con tanta atención.

JUAN

Pero Mercedes, si esto no puedo dárselo. Es decir, me da vergüenza.

MERCEDES

Y ¿por qué, si es que puedo saberlo?

JUAN

Porque en todas sus páginas tiene fotografías de mujeres desnudas.

MERCEDES

¡Pues dale una hoja y así irán en ella envueltas dos porquerías!

JUAN

Bueno, mujer, si tú te empeñas….
Señora, aquí tiene usted una hoja.

ANGELA

Muchas gracias, señor. Cogió la hoja y se quedó mirándola.¡Ay, qué indecencia, señores! Si estas señoras están enseñando las tetas y el culo….

El pobre hombre fue invadido por un calor…. el de la vergüenza. Al darle aquella hoja creyó que todo pasaría desapercibido y ahora todos se enteraban que era aficionado a leer cosas pornográficas. La intervención de su esposa, de imaginación fértil, lo arregló todo.

ESPOSA

¡Bah! Angela, no hagas tantos aspavientos ni escrúpulos por tan poca cosa, que quién sabe si durará mucho este viaje y entonces, si nos faltan periódicos, también nosotras estaremos obligadas a enseñar el nuestro. Pónsela al niño y que haga sobre ella sus necesidades.

OTRO NIÑO

Mamá, yo quiero pan.

MADRE

¡Pero hijo de mi vida, si no tenemos para darte ni una pizca!

NIÑO

(insistiendo)

¡Pues yo quiero pan!

MADRE

Mira, hijo, contestó malhumorada la madre; si no hubieras sido tan tragón ayer, que te lo comiste todo y hubieras dejado algo para hoy, tendrías ahora para comer, pero así no podemos hacer otra cosa que esperar a que nos traigan algo de comer esos señores que nos llevan no sé a dónde….

OTRO NIÑO

Mamá, quiero agua.

SU MADRE

¡Ay, hijo! Pero si no tenemos una sola gota, ¿cómo quieres que te de agua? Espera a que se pare el tren en la próxima estación y beberás toda cuanto quieras.

UN BEBE

Mamá, quiero hacer “pipï”.

SU MADRE

Vete, hijo mío a donde está aquel joven y que te ponga al lado de la rendija del vagón, sacas el “pitilín” y orinas por entre ella. ¡Oiga, joven!, gritó aquella madre al joven que antes había designado, haga el favor de poner a mi hijo a que orine por la rendija del vagón. ¡Gracias!

FERMIN

Dirigiéndose a un matrimonio

¿Y ustedes de dónde son?

CECILIA

Somos de Santander. Mi marido es periodista

FERMIN

¡Hombre, qué casualidad! Yo también he hecho algo de periodista, pero mi profesión no es ésa. Mi esposa, Teresa, es de Vizcaya y yo nací en Logroño. Estos son dos de nuestros hijos: José y Armando. Tenemos otro que sigue allí con la familia.

CECILIA

Nosotros no tenemos hijos, todavía.

PERIODISTA

Me parece que este viaje va a ser muy interesante desde mi punto de vista profesional. Estoy intrigado por saber hacia dónde nos dirigimos. Tengo esta pequeña brújula que estoy observando cada poco y en general me indica hacia el Este y hacia el Sur.

En el vagón viajan también varios matrimonios de distintas regiones de España.

PERIODISTA

Ahora, decía en voz alta, nuestro tren se dirige hacia el Norte. Quizá sea allí donde nos lleven a trabajar….

ANTONIO

¡Oiga! ¿A qué Norte se refiere usted, al de España, al de Francia o al de Alemania? Porque yo no estoy muy seguro de la sinceridad con que procede esta gente con nosotros. Para mi forma de pensar, señor, cuando se lleva a las gentes a trabajar a donde sea, no se las lleva encerradas en vagones de transporte de bestias como a nosotros, ni se las tiene sin comer durante veinticuatro horas, sin venir a verlas si están muertas o vivas, como lo están haciendo; sino que se les transporta en otras condiciones mejores para que puedan dar el rendimiento de trabajo que se necesita cuando lleguen al lugar fijado para su destino.

CHICA

¿Y cómo crees tú que nos debían llevar, en primera clase y con restaurante?

El joven, un tanto apesadumbrado por el tono agresivo y contradictorio que había empleado la joven a la que más quería y cuya actitud debía estar motivada porque habían tenido una disputa banal y hacía tres días que no se hablaban respondió:

ANTONIO

Yo no he querido decir eso. Pero viendo que vienen niños entre nosotros podían mostrarse un poco más humanos siquiera con ellos.

FERMIN

Tiene usted razón, joven. Lo inhumano de su conducta es censurable. pero ya que no dan muestras de serlo y la función nuestra, por desgracia, es la de estar de pie hasta que no podamos más, no nos queda otro medio de combatir nuestras penas que la de hablar de lo que sea para que vayan pasando las horas.

COMPAÑERO

Jamás hasta hoy había hecho el Tancredo de la forma forzada en que tenemos que hacerlo, y ahora comprendo el porqué hasta los toros se niegan a acometerlos en esa postura incómoda y estatuaria.

ANTONIO

Bueno, yo no he querido herir a nadie con mis palabras expresadas con sinceridad y buena fe, pero si hay alguien que crea lo contrario que me excuse y perdone. Sólo que….

CHICA

¿Qué?,

(preguntó la joven morena, su novia, con la misma agresividad).

ANTONIO

Que como no vengan pronto nuestros guardianes, y no lo digo por mí, sino por estas pobres criaturitas, y nos traigan agua y algo de comer, viviremos horas de angustia y quizá de desesperación, sobre todo sus padres y ellas mismas.

Como si la verdad de la situación acompañara a las palabras del joven, uno de aquellos niños también dijo a su madre:

NIÑO

Mamá, quiero hacer caca.

SU MADRE

Pero, ¿dónde vas a hacerlo, mi vida, si ya no tenemos papel para envolverla?

FELIX

Por eso no se apure, señora. De tanto ir de un lado para otro mi maleta está medio destrozada, pero el papel que cubre su interior puede servir para que su pequeño haga sus necesidades en él.

MADRE

¿Lo ves, hijo de mi vida, cómo hay siempre personas generosas para ofrecernos lo que necesitamos? ¡Muchas gracias, joven, por este favor!

Y en menos tiempo del que se emplea para decirlo, después de tanto rodar de un lado para otro en su viaje desde España, quedó la pobre maleta convertida en esqueleto.

FELIX

Tome usted, señora.

Y le alarga el papel un poco basto pero limpio, que hasta entonces había forrado el interior de aquella maleta, ahora desnuda e inservible.

El joven Félix entrega lo que quedaba de su maleta a su amigo del ventanillo para que la arrojara por entre los barrotes a la vía y dice muy quedamente:

FELIX

“Adiós, amiga. Como tú nos quedaremos poco a poco todos nosotros”.

(Y a continuación, dirigiéndose a su amigo Julián)

Toma, Julián, tira por el ventanillo lo que queda de mi maleta, que siempre me acompañó a todas partes y ya no me acompañará más. ¡Lo único que deseo es que no hagan con nosotros lo que yo he hecho con ella: que nos destrocen y luego nos arrojen por otro ventanillo por inservibles!.

JULIAN

(Tirando como puede la maleta por entre los barrotes del ventanillo)

Amén

MADRE

¿Dónde tiramos esto, señor?.

(Esto era la caca).

JULIAN

Démela, señora, que irá a hacer compañía a la maleta.

Y haciendo como que la sopesaba antes de arrojar aquella caca bien envuelta, dice:

JULIAN

Excúseme usted señora, y no se enfade, pero es que en el pueblo donde nací, en casos como el nuestro suelen decir: “Comer, no comerá, pero el perfume es bastante fuerte”.

Todos rieron de buena gana por el dicho.

ESCENA 36ª

Así van pasando las horas de la mañana hasta el mediodía.

Mamá, quiero agua

Iban pidiendo repetidamente los niños a sus madres.

NIÑO

¡Tengo sed!

MADRE

Ay, hijito, ten un poco de paciencia a ver si el tren para en la próxima estación, nos dejan bajar y entonces beberás toda la que necesites.

A las lágrimas y ruegos de las madres se unen las blasfemias y amenazas inútiles de los hombres, al no poder derrumbar la puerta, ni a fuerza de empujones, patadas, ni lanzando sus cuerpos contra ella.

ESCENA 37ª

Llega la noche. Ya las quejas de las enloquecidas madres sólo son como furtivos susurros que habían perdido su fuerza de tanto haber gritado durante el día. Reina el cansancio, el hambre, la sed, la falta de esperanza. Los padres ya no blasfeman, ni dicen nada. Junto a mí están dos de ellos, mudos de dolor y lívidos. Alguna lágrima se desliza de vez en cuando por sus mejillas. Su mirada se pierde hacia el techo del vagón, terriblemente fría y dura. Diríase que en ella reconcentraban todo el rencor y odio que un ser puede albergar dentro de sí contra los que les producían todo aquel daño, incomprensible, sin sentido, ni motivo, ni provecho…
Y tras de pasar la noche más terrible y pesada de nuestra vida, la luz del tercer día de viaje en aquel vagón, penetra por el ventanillo, comienza a eclipsar las sombras de la noche para dar forma de vida a nuestras personas, aunque la luz como la ventilación fueran insuficientes. El tren aminora aun más su marcha, se oyen algunos pitidos de la locomotora y vimos que entrábamos en una estación de nombre conocido

FELIX

¿Sabéis? Estamos llegando a Munich. A ver si es aquí donde nos quedemos

Se ven los letreros de la estación: MUNICH

ESCENA 38ª

Para el tren, abren las puertas, salimos a empellones, muchos buscando sitios donde hacer sus necesidades, mientras los soldados nos vigilan impidiendo la dispersión. Nos llevan a los comedores de Asistencia Social de la misma estación y nos dan de comer arroz con patatas, abundantemente, lo que reconfortó nuestros desfallecidos estómagos, haciendo renacer en nosotros la alegría de vivir.

ESCENA 38ªA

Terminada nuestra comida, otra vez nos llevan hasta los vagones y volvemos a montar cada uno en el que habíamos venido, que conservaba un olor nauseabundo a pesar de haber permanecido con las puertas abiertas. Las vuelven a cerrar y echan los cerrojos.
ESCENA 38ªB

El silbato del Jefe de la Estación dándole la salida y el de la locomotora respondiendo en señal de asentimiento, hace que empiece a andar el tren al tiempo que oíamos el altavoz deseándonos buen viaje.

ESCENA 38ªC

Haría poco más o menos una hora que se había puesto en marcha el tren, cuando un niño dirigiéndose a su madre pidió hacer caca.

NIÑO

Sí, mi vida. Ahora ya tenemos hasta periódicos para que lo hagas en uno.

Cuando termina el nene de hacer sus necesidades, la madre dice al joven que iba al lado del ventanillo:

MADRE

Joven, discúlpeme, pero le ruego que tire este paquetito por el ventanillo.

JULIAN

Con mucho gusto, señora.

Lo coge y hace como que lo sopesa en su mano.

JULIAN

¡Oh!, desde que el nene ha comido parece que este paquetito pesa más.

La carcajada es general. Aprovechando aquel ambiente de buen humor pregunté al auditorio si querrían que les contara algo relacionado con esa necesidad.

FERMIN

Si me lo permitís, y para pasar el rato, me gustaría contaros una historieta originaria de Bilbao que estas situaciones me traen a mi memoria.

VARIOS A UN TIEMPO

¡Sí, sí, cuéntenoslo!

Contestaron varias voces. Y Fermín comienza a contarles…..

FERMIN

No hace muchos años llegó un ricachón de nacionalidad inglesa, en calidad de turista, a Bilbao, que se encontraba en fiestas. Era el mes de agosto y cuantos aman las corridas de toros saben que el público de Bilbao es muy exigente con los toreros. Viene a ser Bilbao como una cátedra de tauromaquia, en cuya plaza si su actuación es buena se consiguen muchas contratas, en particular las de mayo o en otras plazas de toros de España. Nuestro inglés quiso visitar todo lo que de artístico, histórico o popular tiene Bilbao.
En el funicular subió a Archanda, admirando el Parque de Atracciones y desde allí fue a visitar la Basílica de Begoña, bella entre las bellas, cuyo reloj, al dar las horas, lo hace con variados sonidos musicales.
Después se fue a ver el lugar donde, en La Peña y durante el año 1917, hicieron descarrilar el tren cayendo máquina y vagones fuera de la vía y que puso de manifiesto la pericia y competencia del jefe de montadores, el señor Balanzategui, de la Fábrica de Altos Hornos de Vizcaya, de Sestao, para encarrilarlos en un tiempo record.
Asistió a dos corridas de toros en la Plaza de Vista Alegre, contagiándose con el público gritando el clásico ¡Olé!, cuando éste jaleaba las buenas faenas hechas por los toreros.
Visitó el Parque, San Mamés, la plaza donde está levantada la efigie del Sagrado Corazón de Jesús y las famosas Siete Calles, siempre muy frecuentadas por el público, a pesar de ser estrechas y donde se encuentran multitud de comercios.
Posteriormente asistió a varios conciertos que la Banda Municipal dio en el Kiosko del Arenal y fue a ver en el Teatro Arriaga la magnífica obra “La Tempestad” puesta en escena por una prestigiosa compañía.

ANTONIO

Al grano, que la paja no nos interesa.

FERMIN

A eso voy llegando. Como a nuestro inglés se le terminaban las vacaciones y estaba hospedado en el Hotel Carlton, uno de los mejores de Bilbao, recomendó al vigilante de noche que al día siguiente le despertara a las siete de la mañana, con tiempo suficiente para coger el tren que salía de la Estación del Norte para Barcelona, a las nueve de la mañana.
Desgraciadamente a eso de las cinco y media de la mañana a una turista que se encontraba encinta se le adelantó el parto y el vigilante, con los ajetreos de llamar al doctor y a la partera y ordenar cuanto para estos menesteres se necesita tener preparado, se olvidó de despertar al inglés, que, confiando en que le despertarían a la hora prevista, dormía a pierna suelta, como vulgarmente se dice.

Se despertó a las nueve menos cuarto y comprendió que por mucho que hiciera nunca llegaría a tiempo para coger el tren de las nueve, y se afeitó y acicaló con esmero y calma y bajó al comedor a desayunar.

Cuando terminó de hacerlo sintió necesidad de hacer “caca”. En el hotel y en el hall había tres cabinas de W.C. pero todas ellas estaban ocupadas. Como “aquello” le pedía hacerlo urgentemente, cogió un periódico y subió a su habitación. Lo extendió cuidadosamente y después de la descarga lo envolvió en el periódico muy cuidadosamente, pensando que podría echarlo en alguna parte desierta. Pero tanto anduvo que llegó hasta donde por fiestas se instala el circo, las barracas y otras atracciones, alegría y diversión de chicos y grandes. Y entre todo aquel bullicio que forman el público, los barquilleros con el recipiente lleno y la ruleta que señala los que se ganan por tirada, incitando a la glotonería de los chicos; el vendedor de los helados “Riancho”, el vendedor de ronchas de melón a 5 céntimos la roncha, y el presentador de los números del circo explicando la importancia de cada uno de ellos, sobresalía la voz del vendedor ambulante: “¡Agua de Iturrigorri, dulce y fresca!” que forma el todo en las fiestas de Bilbao.

PERIODISTA

Me parece que su historia va a ser más larga que nuestro viaje.

FERMIN

Lo que pretendo es que el viaje se les haga más corto…. o más entretenido.

FELIX

Siga, siga, por favor. Además no tenemos nada mejor que hacer, y si alguien cree que conoce alguna otra historia interesante, que la cuente después.

FERMIN

Bueno, pues entonces sigo:
Junto a este maremagnum había que agregar la atracción que representan los “Charlatanes” que venden toda clase y variedad de artículos de relojes, carteras, plumas estilográficas, tirantes, hojas de afeitar, etc….
Entre ellos se contaba el más simpático y engañador de todos: León Salvador, algunas veces millonario y otras tantas venido a menos, a causa del maldito vicio del juego. Ese día vendía pesos que no podían pesar más que un Kilo.
“-Señoras y señores, decía. Con este peso de bolsillo, si es que van ustedes a comprar un kilo o menos de lo que sea, no hay miedo a que el comerciante les engañe, porque
sacan ustedes el peso, pesan lo que han comprado, y, si no llega al kilo, saben los gramos que les dan de menos. ¡Y sólo cuesta CINCO pesetas! ¿Hay quien lo compre? ¿No? Y León Salvador metía la mano en una caja de hojalata en la que tenía el dinero, la removía y sacaba de ella el puño cerrado. ¡He dicho que el peso cuesta CINCO pesetas, pero al peso agrego el dinero que encierro en la mano! ¿Hay quien lo quiere?”
Por curiosidad nuestro inglés se acercó a aquel grupo en el preciso momento que una señora había “picado” aceptando la compra del peso más lo que había dentro de la mano de León Salvador.
Este vio al inglés que llevaba el “paquetito” todavía debajo del brazo, y le dijo:
-¡Eh! Señor, ¿tiene la amabilidad de dejarme su paquete para demostrar a esta señora que no ha perdido las cinco pesetas que cuesta el peso que me ha comprado por la exactitud que tiene mi peso?
Como el inglés se hizo el sordo, uno de los del grupo, un atrevido, le arrebató el “paquete” de debajo del brazo y se lo entregó a León Salvador.
-Gracias, señor, dijo León Salvador. Ahora vamos a ver si el comerciante que le ha vendido el género que este señor ha comprado, ha sido honrado o no. ¡Ya lo decía yo, señores!, ¡le han robado cien gramos!
-Que se vea el género, dijo uno. Que se vea, dijeron varias voces. León Salvador deshizo el paquete con la intención de apreciar la cuantía del robo y quedó estupefacto al ver lo que contenía.
-Que se vea, que se vea, gritó el público. León Salvador lo mostró con cierta repugnancia .
Una sola voz salió de las gargantas de todos aquellos curiosos: ¡MIERDA!
-¡Tío cochino!, dijo uno dándole un bofetón. ¿Es que lo llevabas tan bien empaquetado debajo del brazo para facturárselo a tu familia demostrándoles cómo se defeca en Bilbao?

El pobre inglés que no llegaba a comprender el porqué pretendían maltratarlo, se escabulló como pudo y llegó a la Estación del Norte, deseoso de coger el tren para Barcelona, donde debía embarcar para Glasgow, en donde residía. Al llegar, su familia le estaba esperando en el desembarcadero. Su padre después de abrazarle, le preguntó:

-¿Qué tal te ha ido por Bilbao? ¿Es cierto que es bonito y que sus mujeres son guapas y graciosas?
-¡Oh, sí! Papá. Bilbao no tiene más que dos inconvenientes, pero es bello. El primero es que sus hermosas residencias están negras por el humo de sus fábricas. El segundo es más grave, porque si no haces un kilo cuando hagas tus necesidades, te insultan o abofetean.

JULIAN

Por ese lado, salvo los paquetes de los nenes, hacemos honor a lo que ese inglés decía; todos pasan de un kilo, y sobre todo, después de que hemos llenado nuestros estómagos con la comida que nos han dado en la estación de Munich.

ANDRES

A ver si hay alguien que se anima a distraernos otro rato contando otra historia.

Algún otro inicia otro relato y así van pasando el tiempo

ESCENA 39ª

Llegada la noche y por vez primera, Fermín me queda dormido un instante, después de más de cuarenta horas que no había pegado ojo.

ESCENA 40ª

Está amaneciendo.
Fermín se despierta sobresaltado y se excusa ante el compatriota que su hombro había servido de almohada para que reposara la cabeza en él.

FERMIN

¡Oh! Perdona. Me había quedado dormido.

COMPATRIOTA

No es nada grave. También yo he debido quedarme dormido un momento y eso me ha hecho bastante bien después de dos noches que llevamos sin dormir.

Fatigados de estar tantas horas de pie, vimos llegar las primeras luces del alba del nuevo día. Como solamente lo veíamos a través del ventanillo, no podíamos afirmar si hacía bueno o mal tiempo.
JULIAN

Estamos llegando a una estación y parece que se va a detener el tren.

FELIX

También se ha detenido otras veces, y ha seguido después como si nada. ¿Y cómo se llama esta estación?

FERMIN

Son casi las once de la mañana. ¿Se ve el nombre del pueblo?

JULIAN

Sí ya lo veo: se llama Mauthausen.

FELIX

¡Qué nombre más raro!. Parece como si quisiera decir algo de muerte.

PERIODISTA

Parece que sí se detiene. Aunque su nombre sea feo a mí empieza a gustarme. A ver si salimos de una vez de esta maldita jaula. Nunca me había parado a pensar lo bueno que es poder hacer nuestras necesidades a gusto.

ESCENA 41ª

Al entrar el tren en que veníamos, frenando hasta pararse en la vía muerta de aquella estación llamada MAUTHAUSEN, el compatriota que venía a mi lado exclama:

FELIX

¡Qué nombre tan lúgubre han puesto a esta estación, MAUTHAUSEN!, aunque no comprendo el alemán me da al corazón que tiene alguna relación con algo así como de muerte.

FERMIN

Pues mira Félix, como no nos expliques en qué te fundas para hablar así nos quedamos igual que como estábamos antes de venir aquí.

FELIX

¿Y qué queréis que os diga, si no sé ni yo mismo lo que significa esa palabra? Lo que sí sé es que ha salido involuntariamente de mi boca como reflejo de mi imaginación.

ESCENA 42ª

En ese momento descorrieron el cerrojo de nuestro vagón y abriéndonos la puerta nos invitan por señas a que bajáramos de él. A una distancia prudencial y formando un círculo del que supusimos que no podríamos salir, están como una treintena de soldados de esos de la calavera llamados S.S. con el fusil debajo del brazo y el dedo en el gatillo, dispuestos a hacer fuego sobre nosotros si intentáramos desobedecer aquella orden.
Al bajar del vagón y dando prioridad a mujeres y niños, cada uno de nosotros va en busca del agua bienhechora que nos permitiera lavarnos manos y rostros, beber la que necesitábamos y después buscar entre los vagones un lugar discreto para hacer nuestras necesidades.
De esta forma pasamos quizá más de una hora y media sin que intervinieran para nada los oficiales de aquella tropa.

ESCENA 43ª

Cuando comprendieron que todos habíamos hecho nuestras necesidades, nos ordenaron subir cada uno a nuestro vagón y volvieron a encerrarnos en ellos.

FERMIN

¡Vaya! Pensábamos que aquí terminaría el viaje, pero por lo visto no es así. Y esta vez ni siquiera se han dignado darnos algo de comer.

FELIX

Al menos hemos podido beber agua y hacer nuestras necesidades. Además de estirar las piernas y respirar aire más puro.

FERMIN

Como bien dices, más puro. Pero en cuanto a los olores la verdad es que fuera tampoco huele nada bien ¿no lo habéis notado?

FELIX

Sí. Como a cuerno quemado. Mientras dure esta maldita guerra me parece a mí que el olor a quemado va a ser general en toda Europa.

ESCENA 44ª

Serían aproximadamente las dos de la tarde cuando nos volvieron a abrir para darnos una ración de comida compuesta de arroz y patatas a medio cocer que provenía de los habitantes civiles, pero que a pesar del hambre que teníamos, difícilmente era comestible.
Bajamos del vagón y sentados en el suelo, formando un grupo de unos diez metros de frente, próximos al vagón, nos dispusimos a comer.

FERMIN

Como se suele decir no existe mejor condimento que el hambre, porque de otro modo, en este ambiente de malos olores y con esta porquería que nos han servido, sería preferible quedarnos en ayunas.

TERESA

Si al menos lo hubieran cocido un poco más…

FERMIN

Por lo que parece han sido las personas del pueblo las encargadas de prepararnos el rancho. Seguramente les ha cogido de sorpresa.

JOSE

(Dirigiéndose a Teresa)

A ver si te contratan a ti de cocinera y les enseñas cómo con cualquier cosa se puede hacer un buen cocido.

ARMANDO

¿Habéis visto? Algunos han tirado la comida entre las vías.

FERMIN

Pues que no tengan que arrepentirse algún día. Esos seguro que no han pasado tanta hambre como pasamos nosotros en las playas. Vosotros comed, que aunque no esté muy bueno, el cuerpo lo sabrá aprovechar.

TERESA

Así es. Haced caso a vuestro padre, porque no sabemos cuándo nos darán otra comida ni dónde terminará nuestro viaje.

Mientras tanto, el vagón se ventilaba de nuevo, llegando hasta nosotros el mal olor acumulado en él, mezclado con el del ambiente.
Algunos de nosotros haciendo de tripas corazón, como vulgarmente se dice, conseguimos terminar con cierta repugnancia, lo que nos habían dado para comer. Otros, al no poderlo masticar ni sacar sabor agradable a aquella comida, la arrojaron por entre los raíles de la vía muerta, lo cual, visto por el jefe de los soldados le puso fuera de sí, y llamando al intérprete que habían traído consigo, le ordenó que nos tradujera sus palabras:

PRISIONERO INTERPRETE

“El jefe de esta tropa me ordena que os diga que ni como soldado ni como alemán, está dispuesto a tolerar que arrojéis despreciativamente la comida que la población civil se ha privado de comer, por dárosla a vosotros.”

ESCENA 45ª

Y como si fuera una punición o castigo por lo hecho, nos hicieron entrar de nuevo y nos encerraron en el vagón, corriendo todas las puertas de los vagones, dejándonos con nuestros propios pensamientos y comentarios sobre lo sucedido. Los hubo para todos los gustos. Los unos opinaban que, a pesar de no estar bien cocida la comida que nos dieron, debiéramos haber cerrado los ojos y no hacer caso a los sentidos y haberla comido sin dar lugar a ponernos a mal con la población y con aquellos soldados.
Los otros opinaban que no se nos debía exigir el que todos tuviéramos las mismas apetencias para tener que comer lo que no nos agrade, porque cada uno nace con sus gustos y acondicionamiento de estómago y depende de unas costumbres.
Y comentando todo lo que se derivaba de estos hechos estábamos hasta que como media hora después se abre la puerta del vagón, y subiendo a él un oficial y dos soldados que, sin despegar los labios (y ¿para qué, si ninguno sabíamos alemán?) empezaron a hacer una selección entre los jóvenes de más de 14 años, obligándoles a que descendieran junto con los hombres y formaran de cinco en cinco, en una especie de explanada que había en la estación, a unos cien metros del convoy.

FERMIN

Al ver que delante de él el oficial hace descender al hijo menor, Armando, que no tiene todavía 14 años, se interpone y con ademanes y mímica le hace comprender que le dejaran con su madre. Lo hace gritando y con grandes gestos.

¿Pero no ven que es un niño? Sólo tiene trece años.

Como respuesta Fermín recibe un empujón para que descendiera del vagón inmediatamente, pero dejan al hijo, Armando, con su madre, mientras que al hijo mayor, José, le agregan a cuantos han seleccionado.

TERESA

¡Adiós! ¡No te separes del Peque!

FERMIN

¡Adiós!… ni tú de Armando. No le dejes solo.

TERESA

¿Nos volveremos a ver?

FERMIN

¡Pues claro! Tú cuídate y cuida de los peques… ¡Adiós!

A continuación cierran la puerta del vagón.

Todo este proceder era de una infalible acción de prontitud que deja sorprendidos y sin reacción a los interesados y a los familiares que vienen con ellos.
Es decir que no operaban más que de vagón en vagón, sin que los otros pudieran ver lo que sucedía en el resto del convoy, hasta que les correspondía su turno y lo veían por ellos mismos.
Después, sí. Después los gritos, los golpes a las puertas para que les dejaran compartir nuestra suerte, junto con los llantos y maldiciones les invadía sin que ni los oficiales ni los soldados hicieran gran caso de ellos, continuando impávidos su trabajo de selección. Cuando terminaron esta operación en todos los vagones, nos contaron varias veces como si para aquella tropa lo más fundamental era contarnos cada hora, para saber cuántas personas llevaban detenidas porque, efectivamente, nosotros éramos sus presos.
Pero, ¿a dónde nos llevaban? Y ¿quién podía responder a nuestra pregunta, si ni ellos nos comprendían ni nosotros a ellos? ¿El intérprete? Aquella vez lo habían dejado en la cárcel ya que por el traje rayado que vestía, se deducía que estaba sufriendo condena en alguna prisión controlada por aquellos soldados. Pero, y nosotros, ¿qué delito habíamos cometido para que sin juzgarnos ningún tribunal, nos llevaran a una cárcel o penal?

Mientras estábamos aguardando a que nos ordenaran marchar sin saber a dónde, el viento glacial que azotaba nuestros rostros y cuerpos iba penetrando en ellos como un cuchillo a pesar de encontrarnos en el mes del año que más calor hace, era el 24 de agosto de 1940, e íbamos desprovistos de ropa de abrigo adecuada para hacerle frente.

Aquel día triste y gris hacía deprimir mucho más nuestro decaído ánimo, al repercutir en lo más profundo de nosotros mismos la amargura de vernos separados brutalmente de nuestros familiares dejados en aquellos vagones.

JOSE

¿Dónde crees que nos llevarán?

FERMIN

Ya veremos. Es de suponer que a los sitios donde nos hagan trabajar para ellos.

JOSE

Ya, ¡claro! Porque a los niños y a las mujeres los han vuelto a embarcar. ¿Los volverán a llevar a Francia?

FERMIN

Quizás sí, porque para ellos son una carga. Como no les son de utilidad para trabajar…

JOSE

Como se suele decir “alhajas con dientes no quiere nadie”

¿Adónde los llevarían después? ¿Los volveríamos a ver algún día?

Mientras esto pensábamos de ellos vimos que una vez más nos volvían a contar como si aquellas gentes sufrieran de fragilidad de memoria para olvidar el resultado del recuento anterior.

Como eran dos a contarnos, al terminar de hacerlo consultaron sus respectivos resultados y por la satisfacción que reflejaban sus semblantes comprendimos que coincidía el uno con el otro.

ESCENA 46ª

Acto seguido nos ordenaron marchar hacia el pueblo de MAUTHAUSEN bien formados. Al entrar en él pude observar, y creo que los demás también, que las escasas personas con las que nos cruzamos, mirándonos furtivamente como si fuera un delito mirarnos de frente, mostraban una pena inmensa, sobre todo por los jóvenes que venían con nosotros, que eran casi unos chiquillos la mayoría de ellos, con lo que nuestras sospechas y temores venían a sumarse al deprimido ánimo en que ya nos encontrábamos.

Y si lástima denotaron por nosotros las pocas personas encontradas en nuestro camino, la misma compasión leímos en los rostros de las personas que furtivamente y a través de las celosías o cortinas de sus ventanas nos observaban pasar entre los fusiles de los soldados, conducidos como si fuéramos unos forajidos o gente criminal.
¿Qué significaba todo aquel conjunto de misterios? Nosotros suponíamos y con razón que los civiles que nos miraban pasar sabían a dónde nos llevaban.
Al llegar a una bifurcación entre la calle general del pueblo y un camino vecinal de pronunciada cuesta, nos ordenaron adentrarnos por él.

ESCENA 47ª

No habríamos andado doscientos metros por aquel camino vecinal en cuesta, cuando los oficiales y soldados S.S. que hasta entonces se habían comportado correctamente con nosotros, empezaron a gritarnos y a empujarnos con el cañón de sus fusiles y otras veces a darnos alguna que otra patada o puntapié por lo que empezamos a subirla lo más a prisa que podíamos, siempre amenazados y maltratados.

SOLDADOS

¡Los, los, sakrament, komunists!,

Continuamente nos decían al tiempo que nos daban con el cañón de sus fusiles haciéndonos daño en cualquier parte del cuerpo para que marcháramos más deprisa todavía, obligándonos a iniciar una carrera cuesta arriba, que nos sofocaba y nos impedía respirar normalmente.

Dábamos la sensación del rebaño de ovejas que para evitar el palo del pastor o la mordedura en las patas de los perros obedientes al amo para hacerlas correr más aprisa sin descarriarse ninguna y hostigados así, corríamos alocados a pesar de las dificultades de la ascensión.

Recuerdo perfectamente que pasamos por delante de una casa de campo situada a la izquierda del camino, mientras que a la derecha había un ermita en cuya fachada se veía la escultura de una Virgen con sus manos juntas en piadosa plegaria y su mirada dirigida al infinito como si implorase piedad por cuantos como nosotros, habían subido la cuesta brutalizados como se nos maltrataba a nosotros.

Como esta ermita yo había visto otras en muchos pueblos de la Península Ibérica, en las que al menos una vez por año y según la importancia que los creyentes de sus milagros la atribuirían, acudían a venerarla no sólo los vecinos del propio pueblo, sino las gentes de los alrededores.

Yo creo que en Mauthausen ocurriría lo mismo con esta ermita que vimos al subir de aquella manera violenta por el camino vecinal.

Así llegamos a la cúspide donde se extendía una gran explanada, muy a punto del fin de nuestras fuerzas. Pero también ellos, aquellos oficiales y soldados S.S. que nos habían impuesto aquel paso gimnástico, estaban fatigados, porque no tenían otro remedio que seguirnos, aunque lo que para nosotros representaba un esfuerzo especial, para ellos era un entrenamiento casi diario.

Llegar al alto nos hizo mucho bien. Nos ayudó a recuperar nuestras propias fuerzas, desapareciendo el sudor que cubría nuestros rostros y el de nuestros cuerpos, que había empapado nuestra ropa interior.

Lo que no nos permitieron fue romper nuestra formación, teniendo que estar a pie firme. Cuando el oficial que mandaba a los soldados consideró suficiente el descanso, volvió a contarnos y constatando que habíamos dado el mismo número de presentes que en el recuento anterior, nos dio la orden de marchar por el camino hecho por los camiones y tránsito personal.

Por él llegamos a una barrera muy similar a las de los pasos a nivel y que llamaban “CONTROL”. Sin la autorización de aquellos soldados nadie podía pasar más adelante.

Se adelantó el oficial, le hizo ver algo, levantaron la barrera y notamos que según pasábamos nos iban contando.

Así continuamos marchando hasta un recodo del camino. Al pasarlo vimos surgir ante nosotros dos cosas que helaron la sangre de nuestras venas. A todo lo largo y ancho del camino había un inmenso terreno que varios presos con trajes rayados verticalmente y gorro del mismo color y rayas, fondo blanco y rayas grises, laboraban la tierra vigilados por soldados S.S. con el dedo en el gatillo dispuestos a disparar el fusil contra ellos si intentaban huir o desobedecer la orden de trabajar sin descanso.

Más hacia la derecha se elevaba una fortaleza de aspecto siniestro que provocó en nuestros cerebros la angustia y confusión presumible.

FERMIN

¿Pero con qué derecho nos traen a estos lugares sin habernos juzgado ni condenado ningún tribunal, ni haber cometido ningún delito?

COMPAÑERO

¿Qué mayor delito que amar la libertad y haberla defendido contra quienes atentaron contra ella en España?

ANDRES

Recuerda lo que dicen las escrituras: cuando Pilatos dio a elegir al pueblo entre Barrabás, vulgar ladrón sin sentimientos humanos, y Jesús de Nazaret, hombre que predicaba el amor entre los hombres, el pueblo aceptó la libertad de Barrabás que no la merecía y condenó a Jesús de Nazaret a morir crucificado. ¡Esto fue lo absurdo que sucedió y esto es lo que sucederá con nosotros!

Absorto en estas reflexiones no me di cuenta del camino recorrido sino que ya habíamos llegado frente a la puerta de entrada de aquella fortaleza.

Hicimos alto y mi curiosidad hizo que extendiera mi vista y vi sobre mi derecha y entre unos árboles frondosos una amplia jaula y dentro un águila llamada imperial, que es el emblema alemán de su poder. Sobre la izquierda había una pancarta con grotescos presos marchando al paso gimnástico y un letrero que decía: “CARACHO WEG” (marchad deprisa, era nuestra interpretación, aunque más bien era: camino del carajo).

Obedeciendo a los gritos, empujones y golpes que les propinaban los soldados, e instigados por los perros que amagaban continuamente con morderles, penetran en el Campo de Concentración y las imágenes van desapareciendo con los textos superpuestos de los actores etc.

FIN

RECORDANDO MAUTHAUSEN

Han pasado ya muchos años –me contaba Félix Pablo Escribano Cano- pero hay aventuras que las recuerdo como si fueran de ayer.
Félix había sido deportado a MAUTHAUSEN en el tristemente famoso convoy de los 927, en 1940, donde también fueron mis tíos y primos. Ahora vivía solo en París en un humilde piso donde le visitamos en varias ocasiones mi esposa y yo. Tenía ya ochenta y tres años. Recordaba sobre todo las penurias soportadas durante los casi cinco años que vivió en el campo de exterminio. A menudo soñaba y se despertaba sobresaltado con las pesadillas de estar reviviendo sus aventuras. Pero también recordaba anécdotas sucedidas allí y que contrastaban con las enormes calamidades de todos los días. Esos “festejos” eran celebrados por los prisioneros con desorbitada alegría. A veces había competiciones de boxeo, partidos de fútbol, conciertos, teatro y hasta cine, pero destinados a la diversión de los SS. En una ocasión organizaron una parodia de una corrida de toros, aunque sin toros ¡claro! Participaron activamente los españoles obteniendo trajes de toreros, disfrazándose de “manolas”, de guardias civiles, músicos, etc., al más puro estilo andaluz. Las pelucas las realizaron a partir de chirloras obtenidas por los carpinteros, cepillando maderas. El toro lo simulaban dos españoles debidamente caracterizados y en el que destacaba su miembro viril que no era otra cosa que un enorme y rojizo nabo. El festejo fue todo un éxito. El torero remató magistralmente la faena y fue premiado con la concesión de las dos orejas y el rabo. Bueno, del rabo ¡no! El trofeo en su lugar fue el llamativo miembro. Lo cortaron como requería el ritual y a continuación el maestro lo mostró al público y lo lanzó hacia la zona de los espectadores donde estaban los jefes SS y sus esposas. La casualidad quiso que fuera a caer en el regazo de una de ellas que lo recibió con un gesto de asco, rechazándolo con una aparatosa sacudida de su vestido. Esto provocó la risa general y en especial la de su marido, hasta tal punto que no podía contenerla. Entró en una crisis de risas, carcajadas y espasmos que le llevaron a la muerte a los pocos minutos. Los prisioneros y en especial los españoles, se quedaron atónitos y temerosos de las previsibles consecuencias que esto podía acarrearles, pero afortunadamente no se produjeron represalias es esta ocasión.

PINCELADAS DE LA DEPORTACION
Entre las diversas historias y anécdotas ocurridas en el Campo de Concentración que me relataba mi tío, había algunas como la que transcribo a continuación y de la que fue principal protagonista un español, que por haberse quedado sin los compañeros con los que había formado un comando y sin osar ofrecerse para integrarse en otro comando, vagaba de un lado para otro, escaqueado, a la espera de lo que decidieran hacer con él. Quizás por ello mi tío tituló su relato como “EL PROMENENT nº 1” puesto que en francés “se promener” significa pasearse, o sea que le consideraron como el as de los paseantes. Así pues, con ese título Fermín redactó el siguiente artículo:
“El Negro en la Cantera de Mauthausen era no solamente el controlador de los trabajos, sino que también el ordenador de las represalias contra los presos. Con graduación de teniente, Bachmayer había depositado en él toda su confianza dándole la más amplia autoridad en el ejercicio de sus funciones. Era muy difícil, por no decir imposible, que se hiciera algo en la Cantera que no lo controlara de lejos o de cerca “El Negro”.
Sanguinario e imperativo, lo mismo tenía flema para matar presos que para fumar un cigarrillo. Sin embargo…. Sin embargo hubo un español, el Promenente nº1, que, enviado a trabajar a la Cantera en uno de los Comandos afectados a ella, cuando se rompían filas para empezar a trabajar, rehuía el bulto y unas veces con una carretilla, otras con una pala al hombro y otras con una escoba, llegó a pasar desapercibido durante un año, en el que no hizo otra cosa que dar vueltas y revueltas por la Cantera sin un control efectivo para su persona y acción.
Un día, “El Negro” paró su atención en él, porque muy pocas veces se veía un preso con un útil bien en el hombro o en la mano, sin ser acompañado y “El Negro” le había visto ya otra vez así. Sin decir nada a nadie le vigiló durante la hora que faltaba para formar los Comandos y subir a hacer el Appel a la Plaza de Mauthausen.
Durante esa hora le vio ir de una parte a la otra sin que nadie le mandara ni sin que él obedeciera a más órdenes que las de su propia voluntad.
Al día siguiente y apenas se había roto la formación en la Cantera para ir cada Komando al lugar de trabajo destinado, el Promenente nº1 fue al lugar donde tenía escondida la pala y la escoba y comenzó su diaria faena de promeneur.(paseante). Pero no había contado con la argucia del “Negro” que, siguiéndole muy disimuladamente, iba tras sus pasos. A eso de las diez de la mañana “El Negro” decidió dar fin a aquella comedia.
-¡Eh, tú! Le dijo. ¿A qué Komando perteneces?
-Al del “Gitano”, contestó nuestro hombre.
-Entonces voy a llamarle para que me diga por qué razón vas de un lado para otro desde hace más de tres horas, le dijo “El Negro” con ironía.
-Es que…..
-¿Qué? ¿Querías decir algo?
-Sí, señor, contestó con decisión el español.
-Pues habla pronto, porque tengo ganas de saberlo todo, dijo “El Negro”.
-Es que….. la verdad, señor, es que yo, aunque estoy destinado a la Cantera, no tengo un Komando mas que para formar cuando venimos a ella y cuando regresamos al Campo.
-¡Cómo! ¿Cómo?, preguntó “El Negro” cada vez más extrañado. ¿Dices que tú no tienes nadie que te controle? Y…. ¿cuánto tiempo hace que estás haciendo ese papel?
-Hace casi un año, señor, contestó el español.
Cosa extraña, “El Negro” empezó a soltar la carcajada con tal gana que, pasada la euforia de reír, le dijo:
-¿Sabes tú cuál es el castigo que merece tu acción? ¡Sí, sí!, no te hagas el ignorante.
-No, señor; no me hago el ignorante. Yo no tengo otro recurso que aceptar el castigo que usted me imponga.
– Hombre, mira. A mí me gustan los hombres que son francos y tú eres uno. Por esta vez, tú, que te has burlado en mis propias barbas de disciplinas y castigos, vas a ser salvado de ellos. Y como no quiero arrepentirme mañana de lo que hoy hago, te enviaré a un Komando de trabajo del interior del Campo y así te evitarás que te cuelgue si te vuelvo a ver otra vez por la Cantera.
Y nuestro hombre al día siguiente fue destinado a un Komando de limpieza entre las barracas de los soldados de las SS.
Una mañana se encontraba limpiando una de las calles que forman entre unas y otras barracas, con más hambre que frío y eso que hacía mucho, porque nevaba y hacía viento.
Al mirar hacia el interior de una barraca sintió algo así como si le retorcieran las tripas: encima de la mesa había un plato con dos hermosos huevos fritos, un trozo de pan y una botella de cerveza.
Nuestro hombre miró a una y otra parte por si venía alguien, ya que en la habitación en que estaba puesta la mesa con el pan, la cerveza y los huevos no había nadie.
En un abrir y cerrar de ojos entró por la ventana, cogió el pan, metió en él los dos huevos y se fue a comérselos en un lugar más tranquilo y seguro.
¿Qué había pasado? La barraca era donde el Jefe del Campo de Mauthausen, Bachmayer, acostumbraba a ir todos los días a desayunar y aquel día, en la precipitación por la llegada del Comandante General Franz Ziereis, lo dejó intacto para cuando volviera.
Al día siguiente, el Promenente nº 1, con el estómago un poco más en armonía para con la vida, volvió a pasar por la misma barraca y volvió a ver otros dos huevos sobre un plato, el trozo de pan y la botella de cerveza.
Al igual que el día anterior, saltó por la ventana y se llevó consigo el rico desayuno. A la vuelta de Bachmayer, éste algo extrañado al preguntar a su asistente por el almuerzo y saber que se lo habían preparado como siempre, sin que él lo hubiera catado, se propuso averiguar qué era lo que sucedía a este respecto.
Al día siguiente, el Promenente nº 1 volvió a acercarse por aquella barraca que con tanta facilidad y buen alimento le nutría. Encima de la mesa y como en días anteriores, se encontraban los conocidos manjares. Saltó por la ventana y cuando iba a echar en el pan los huevos fritos, una mano, como si fuera un garfio, le hizo dejar sobre la mesa lo que con tanta rapidez había tomado. Un sudor frío invadió su cuerpo y rostro al reconocer en el que le tenía atenazado al Jefe del Campo de Mauthausen, Bachmayer.
¡Ah! ¿Spanisch?, le dijo mirándole el triángulo donde entre un azul cielo llevaba una S.
- Sí, señor, contestó más muerto que vivo el Promenente nº 1.
-¿Por qué te has introducido aquí y has robado lo que no es tuyo?
- ¡Porque tenía hambre, señor!
- ¡Conque tenías hambre! ¿eh? Y yo ¿no tengo hambre?, preguntó Bachmayer.
- Sí, señor, pero usted puede mandar que le den algo de comer y yo no tengo quien me dé otra cosa que la gamela de nabos una sola vez por día.
Le hizo gracia a Bachmayer el desparpajo de la respuesta o le dio pena aplicarle otro castigo más que dos patadas en el trasero y el clásico ¡Haus! para que saliera por donde había entrado.
No lo sé, pero el promenente nº 1 se vio libre de aquel implacable asesino, sin más castigo que el expresado.
Tres días después el Promenente nº 1, al que ya habían tomado el número de preso, era enviado a un Komando de los 41 que tenía Mauthausen distribuidos por todo el Danubio y nunca más supe de él.”

En mi libro LA COLINA DE LA MUERTE se detallan las memorias que mi tío me transmitió sobre su permanencia en dicho campo. Tengo que añadir que Félix, mi tío Fermín y su hijo José (el “Peque” como se le conocía) fueron grandes amigos. Félix (apodado el “Pión” por su carácter protestón) trabajó allí como peluquero. Fermín en el comando de peladores de patatas y su hijo José en el comando Poschacher

A continuación dos URL´s curiosas:

http://www.myspace.com/video/rid/111723083

http://www.myspace.com/video/rid/111722948

22 febrero, 2015 at 13:02
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diana serena

said

Juan Luis y yo somos los de siempre. La misma sustancia, los mismos hábitos, los mismos gestos entre los dos. Tantos años juntos nos han hecho parecidos y nos reconocemos uno en el otro. Todo está igual. Lo único que ha cambiado son los sentimientos. Y eso no puede verse. Los ojos no llegan a esos espesores.
Siento que se me arranca mi propia sombra, como Peter Pan. Tumbada en la piscina, con una margarita que me acompaña cuando no lo hace la piña colada en su enorme carcasa de de coco con la flor al centro, el sol me convierte en una perezosa lagartija. Y lo sería del todo si a mi mente no acudieran tantas imágenes…

” Para que no me olvides ”
Marcela Serrano (chilena)

5 noviembre, 2014 at 16:25
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diana serena

said

La caricia perdida

Se me va de los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos… En el viento, al pasar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará… rodará…

Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va.

Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de besar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida, ¿me reconocerás?

Alfonsina Storni

12 octubre, 2014 at 20:27
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gatos

Cada gato, es involuntario espectador de nuestra vida. Con sabiduría y paciencia soporta los malos modales de que a veces hacemos gala, también de nuestros logros y errores, que suelen ser los más. Qué bien soportan y guardan cada secreto , cada tontera inconfesable. Qué mirada nos dedica desde su sitio quieto, desde su calma, esa mirada de brillo acerado despidiendo siempre ese magnetismo de las cosas secretas, íntimas, reconviniéndonos, como si nos juzgara en lo profundo, un poco aburrido de observar como somos de necios. Cuanto nos conocen, cuanto nos soportan y pese a todo, a veces cuanto nos aman.
Gatos, figura eterna, elegante y bella.

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diana serena

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Cuando tú llegues …

Dicen que la juventud es tu edad predilecta, y dicen que la primavera es el tiempo en que sueles aparecer, Amor. Yo no puedo creerlo. Tú, que marcas el rumbo de las constelaciones, y diriges hasta los más pequeños ritmos de la tierra; tú, que conduces a los perros por los delicados caminos del olfato, y engarzas a las mariposas con larguísimos hilos invisibles; tú, que embelleces a cualquier criatura para seducir a otra, y organizas imprevistos y suntuosos cortejos nupciales, no puedes restringirte a una edad ni a una hora… No es que seas el aliado del día o de la noche, de la luz, de la lluvia, de la carne y del alma de la carne: es que eres todo eso. La vida tiende a ti; levanta su oleaje atraído por ti, igual que las mareas por la luna, y tú cubicas sus caudales, aforas sus corrientes, mides sus resplandores, distribuyes sus verdes avenidas. Tú eres la fuerza de la fuerza; por ti reinan los reyes, y besan los cautivos sus cadenas. Tú eres la mano que sostiene al mundo, y eres el mundo y sus ciegos sentidos. Tú dispones los granos de incienso de la felicidad y las charcas salobres de la pena. Sólo queda fuera de tu jurisdicción el tiempo inmóvil y vacío de la melancolía. Por eso yo no creo que tengas edades y estaciones: una mirada, un libro, un río, una canción, una manera de entrelazar los dedos… Tú, el águila bicéfala.

He empezado a escuchar los gritos del silencio. Hay momentos en que dejo de respirar para oírlos mejor, y luego debo respirar más hondo para recuperarme. Un suspenso que vibra en torno mío pone su ala sobre mi boca si hablo, o sobre mi mano si es que estoy escribiendo, para indicarme que ha sonado la hora de prestar atención. Algo que echo de menos y no sé lo que es me desocupa del pasado, como si fuese sólo un punto de partida, y me empuja al futuro, ignorando también lo que será. Cargado con antiguos recuerdos que me han hecho el que soy, siento que sin querer salgo a la busca -a la espera, mejor- del reino nuevo. En el aire percibo tu presencia. No tu presencia aún, sino el aura de jilgueros, de ramas perezosas, de impacientes heraldos que siempre te preceden. ¿Acaso no eres tú tus heraldos también? No quisiera engañarme, pero estoy presintiendo tu llegada, y no sé hacer nada más que mirar alrededor apasionadamente…

Texto extraído de “El dueño de la herida” Antonio Gala

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kebi

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Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?

Que uno sólo tiene que buscarlo y dárselo. Que nadie establece normas, salvo la vida. Que la vida sin ciertas normas pierde forma. Que la forma no se pierde con abrirnos. Que abrirnos no es amar indiscriminadamente. Que no está prohibido amar. Que también se puede odiar.

Cómo hacerte saberque nadie establece normas, salvo la vida! Que el odio y el amor son afectos. Que la agresión porque sí, hiere mucho. Que las heridas se cierran. Que las puertas no deben cerrarse. Que la mayor puerta es el afecto. Que los afectos nos definen. Que definirse no es remar contra la corriente. Que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja. Que buscar un equilibrio no implica ser tibio. Que negar palabras implica abrir distancias. Que encontrarse es muy hermoso. Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida. Que la vida es parte del sexo. Que el por qué de los niños tiene un por qué. Que querer saber de alguien no es sólo curiosidad. Que querer saber todo de todos es curiosidad malsana. Que nunca está de más agradecer. Que la autodeterminación no es hacer las cosas solo. Que nadie quiere estar solo. Que para no estar solo hay que dar. Que para dar debimos recibir antes. Que para que nos den, también hay que saber cómo pedir. Que saber pedir no es regalarse. Que regalarse es, en definitiva, no quererse. Que para que nos quieran debemos mostrar quienes somos. Que para que alguien sea, hay que ayudarlo. Que ayudar es poder alentar y apoyar. Que adular no es ayudar. Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara. Que las cosas cara a cara son honestas. Que nadie es honesto porque no roba. Que el que roba no es ladrón por placer. Que cuando no hay placer en hacer las cosas, no se está viviendo. Que para sentir la vida no hay que olvidarse que existe la muerte. Que se puede estar muerto en vida. Que se siente con el cuerpo y la mente. Que con los oídos se escucha. Que cuesta ser sensibles y no herirse. Que herirse no es desangrarse. Que para no ser heridos, levantamos muros. Que quien siembra muros no recoge nada. Que casi todos somos albañiles de muros. Que sería mucho mejor construir puentes. Que sobre ellos se va a la otra orilla, y también se vuelve. Que volver no implica retroceder. Que retroceder puede ser también avanzar. Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol.

Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida!

Mario Benedetti.

13 septiembre, 2014 at 21:44
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kebi

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DANZA A LA VIDA

Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor del fuego..

Alguien me dijo que no es casual, que desde siempre las elegimos. Que las encontramos en el camino de la vida, nos reconocemos y sabemos que en algún lugar de la historia de los mundos fuimos del mismo clan.

Pasan las décadas y al volver a recorrer los ríos esos cauces, tengo muy presentes las cualidades que las trajeron a mi tierra personal.

Valientes, reidoras y con labia. Capaces de pasar horas enteras escuchando, muriéndose de risa, consolando. Arquitectas de sueños, hacedoras de planes, ingenieras de la cocina, cantautoras de canciones de cuna.

Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor de “un fuego”, nacen fuerzas, crecen magias, arden brasas, que gozan, festejan, curan, recomponen, inventan, crean, unen, desunen, entierran, dan vida, rezongan, se conduelen.

Ese fuego puede ser la mesa de un bar, las idas para afuera en vacaciones, el patio de un colegio, el galpón donde jugábamos en la infancia, el living de una casa, el corredor de una facultad, un mate en el parque, la señal de alarma de que alguna nos necesita o ese tesoro incalculable que son las quedadas a dormir en la casa de las otras.

Las de adolescentes después de un baile, o para preparar un examen, o para cerrar una noche de cine. Las de “veníte el sábado” porque no hay nada mejor que hacer en el mundo que escuchar música, y hablar, hablar y hablar hasta cansarse.

Las de adultas, a veces para asilar en nuestras almas a una con desesperanza en los ojos, y entonces nos desdoblamos en abrazos, en mimos, en palabras, para recordarle que siempre hay un mañana. A veces para compartir, departir, construir, sin excusas, solo por las meras ganas.

El futuro en un tiempo no existía. Cualquiera mayor de 25 era de una vejez no imaginada…y sin embargo…detrás de cada una de nosotras, nuestros ojos.

Cambiamos. Crecimos. Nos dolimos. Parimos hijos. Enterramos muertos. Amamos. Fuimos y somos amadas. Dejamos y nos dejaron. Nos enojamos para toda la vida, para descubrir que toda la vida es mucho y no valía la pena.

Cuidamos y en el mejor de los casos nos dejamos cuidar.
Nos casamos, nos juntamos, nos divorciamos. O no.

Creímos morirnos muchas veces, y encontramos en algún lugar la fuerza de seguir. Bailamos con un hombre, pero la danza más lograda la hicimos para nuestros hijos al enseñarles a caminar.

Pasamos noches en blanco, noches en negro, noches en rojo, noches de luz y de sombras. Noches de miles de estrellas y noches desangeladas. Hicimos el amor, y cuando correspondió, también la guerra. Nos entregamos. Nos protegimos. Fuimos heridas e inevitablemente, herimos.

Entonces…los cuerpos dieron cuenta de esas lides, pero todas mantuvimos intacta la mirada. La que nos define, la que nos hace saber que ahí estamos, que seguimos estando y nunca dejamos de estar.

Porque juntas construimos nuestros propios cimientos, en tiempos donde nuestro edificio recién se empezaba a erigir.

Somos más sabias, más hermosas, más completas, más plenas, más dulces, más risueñas y por suerte, de alguna manera, más salvajes.

..Y en aquel tiempo también lo éramos, sólo que no lo sabíamos. Hoy somos todas espejos de las unas, y al vernos reflejadas en esta danza cotidiana, me emociono.

Porque cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor “del fuego” que deciden avivar con su presencia, hay fiesta, hay aquelarre, misterio, tormenta, centellas y armonía.

Como siempre. Como nunca. Como toda la vida.

Simone Seija Paseyro.

8 septiembre, 2014 at 10:57
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kebi

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Sigue, “El Elefante de Marfil”

En eso se parecía a doña Julia. El destino la obligaba a lanzar letras al mundo, aunque tenía la certeza de que el libro más trascendente que podía salir de las prensas de su negocio ya estaba impreso, le había bautizado como el “Libro sin nombre” y ella era la única persona que lo había leído al completo. Decidió guardarlo en la caja fuerte del desván, junto al resto de los secretos de familia.
Monsieur Verdoux se equivocó al decir que el espíritu retozón de mamita Lula no estaba presente en aquella casa. Guiomar aún podía sentir el frufrú de sus enaguas por los pasillos, el cálido aire africano que apagaba las lamparillas de aceite que por descuido se quedaban encendidas, la mano grande y áspera acariciándole la mejilla un segundo antes de quedarse dormida, protegiéndola, como hizo sienpre.
Descolgó las cortinas y abrió las ventanas para que entrara la luz del sol sevillano, que tenía la virtud de exorcisar las tristezas. Limpió los cristales, barrió los suelo de hojas muertas, abrillantó los muebles y le sacudió el polvo a la cabeza frenológica que aún mantenía su sonrisa sibelina. Pero ya no le impresionaba, así que le guiñó un ojo.
- El alma de las personas están dentro de su cráneo – decía sienpre Abel de Montenegro. Y tenía razón.

3 septiembre, 2014 at 15:25
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kebi

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El Elefante de Marfil

Epílogo

Guiomar volvió a colgar el cartel de “AQUÍ SE IMPRIMEN LIBROS” en la puerta de la imprenta.
En algún momento del viaje pensó en venderlo todo, alejarse de los malos recuerdos, ir en busca de Ventura para rogarle que se volvieran egoístas y olvidadizos; de esa manera podrían abandonar el país sin remordimientos.
Cuando llegó a su casa la encontró agotada, como su propio estado de ánimo.
Los críos de la ciudad aprovecharon que estaba vacía para ensayar su puntería con los vidrios del escaparate y de los pisos superiores, así que la fachada parecía un enorme rostro desdentado que la miraba con ojos de lástima. Vió las cortinas ondear lánguidas, igual que las enaguas de una anciana mendiga con cada golpe de viento y, al entrar en el patio , se dió cuenta de que la naturaleza, mucho más sabia que el género humano, buscaba su liberación de los tiestos escalando las columnas en dirección al cuadrito de cielo de tragaluz. Pero esa aparente desolación se le diluyó al sentir de nuevo el olor de su hogar: esa mezcla de geranios, cera de muebles y tinta. Entonces comprendió que tenía una resposabilidad, que lo peor que le podía pasae a un se humano era vivir huyendo de la vida, y decidió afrontarla tal y como se la habían servido. Era quien era y eso no podía cambiarlo la distancia: no podía irse. Se marchitaría lejos de aquella ciudad arrebatada que igual festejaba con cantes la muerte y la vida, no podía vivir sin el runrún de las máquinas de la imprenta acompasando su corazón.

2 septiembre, 2014 at 12:02
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kebi

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Mientras selecciono algunos libros, para escoger los mejores “Retazos”, por elección personal. Pondré los títulos y los autores para que los que queráis participar elijáis el “Retazo” que más os guste O por el contrario hacer alguna crítica de lo que aquí se exponga . Mientras pondré algo que creo de vital importancia sobre la IGNORANCIA.

“Que deba morir un hombre que poseía la capacidad de saber, es lo que yo llamo tragedia”

Thomas Carlyle

La ignorancia y la incultura son los padres del envilecimiento mental y espiritual que nos ataca por doquier. Son la carcoma que va minando los cimientos, los pilares sobre los que pretendidamente se apoya nuestra sociedad. ¿Cómo se puede apoyar nada sobre algo que en cualquier momento puede fallar por falta de calidad.

Si todos descendemos primigeniamente de la Cultura Griega, ¿porqué no copian nuestros políticos de Pericles y crean un proyecto de llevar al país al más alto grado de Excelencia y Perfección como hicieron entoces los atenienses? Todo ello también está en nuestra cultura y en nuestros genes (¿o alguién ha decidido que eso no lo está y sólo está lo negativo?) Porque claro, además quienes regían los destinos del país, por pura lógica, no eran los más políticos, sino los más sabios. Ese es muestro gran problema.
Un cordial saludo.

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kebi

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En mis recorrido por los distintos foros, éste era uno en el que me detenía, Mario escribía cosas relmente interesantes y de una belleza sencilla que abrumaba un poco. Me gustaría que Mario volviese a hacerse cargo de éste tesoro que dejó aquí para continuar disfrutando de sus preciosos “Retazos”. Mientras, procuraré dejar vivencias de los libros que pasen por mis manos, que afortunadamente son muchos.

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casi

said

hkhjkhkgkgkgkgmbcbm,bv,,bv,bv,bv,,bv
por favor ? esto no hay quien lo entienda

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jua-nita

said

Lo de Mario Benedetti … era poema ! buenoooo se lee igual !
Sigue todo pata pá arriba !

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jua-nita

said

Cuando uno encuentra como en MM que todo está PATAS PARA ARRIBA ….
Que mejor que buscarle la vuelta para la solucion !

A ver como va esto :

Cómo hacerte saber (Mario Benedetti)

Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?Que uno sólo tiene que buscarlo y dárselo.Que nadie establece normas, salvo la vida.Que la vida sin ciertas normas pierde forma.Que la forma no se pierde con abrirnos.Que abrirnos no es amar indiscriminadamente.Que no está prohibido amar.Que también se puede odiar.

Cómo hacerte saberque nadie establece normas, salvo la vida! Que el odio y el amor son afectos.Que la agresión porque sí, hiere mucho.Que las heridas se cierran.Que las puertas no deben cerrarse.Que la mayor puerta es el afecto.Que los afectos nos definen.Que definirse no es remar contra la corriente. Que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja.Que buscar un equilibrio no implica ser tibio.Que negar palabras implica abrir distancias.Que encontrarse es muy hermoso.Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida.Que la vida parte del sexo.Que el por qué de los niños tiene un por qué. Que querer saber de alguien no es sólo curiosidad.Que querer saber todo de todos es curiosidad malsana.Que nunca está de más agradecer.Que la autodeterminación no es hacer las cosas solo.Que nadie quiere estar solo.Que para no estar solo hay que dar.Que para dar debimos recibir antes. Que para que nos den, también hay que saber cómo pedir.Que saber pedir no es regalarse.Que regalarse es, en definitiva, no quererse.Que para que nos quieran debemos mostrar quienes somos.Que para que alguien sea, hay que ayudarlo.Que ayudar es poder alentar y apoyar.Que adular no es ayudar. Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara.Que las cosas cara a cara son honestas.Que nadie es honesto porque no roba.Que el que roba no es ladrón por placer.Que cuando no hay placer en hacer las cosas, no se está viviendo.Que para sentir la vida no hay que olvidarse que existe la muerte.Que se puede estar muerto en vida. Que se siente con el cuerpo y la mente.Que con los oídos se escucha.Que cuesta ser sensibles y no herirse.Que herirse no es desangrarse.Que para no ser heridos, levantamos muros.Que quien siembra muros no recoge nada.Que casi todos somos albañiles de muros. Que sería mucho mejor construir puentes.Que sobre ellos se va a la otra orilla, y también se vuelve.Que volver no implica retroceder.Que retroceder puede ser también avanzar.Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol.

Cómo hacerte saberque nadie establece normas, salvo la vida!

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jua-nita

said

Que ternura …. ! que bello…… A N G E L U S

” Tus ojos, que tú no ves, Platero, y que alzas mansamente al cielo, son dos bellas rosas.”

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